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El personal del juzgado federal de Orán, Salta, descubrió que más de 70 kilos de cocaína , valuados en unos $12.000.000, fueron cambiados por yeso. En julio pasado se determinó, minutos antes de que fueran incinerados en el parque industrial de Salta, que un cargamento de 50 kilos de cocaína habían sido cambiados por una sustancia similar al yeso.

La semana pasada surgió un nuevo escándalo: 23 kilos de ese estupefaciente se transformó en un polvo blanco que no era cocaína.

Se sospecha que detrás de estos casos hay una organización de la que formarían parte policías, gendarmes y funcionarios judiciales, que siguieron cambiando yeso por cocaína como se sospecha que ya sucedía cuando estaba en funciones el exjuez Raúl Reynoso, quien actualmente está siendo juzgado por montar una asociación ilícita con narcos y abogados.

El 27 de octubre pasado, un llamado anónimo al 911 alertó a la policía salteña que había un cargamento de cocaína en un colectivo de larga distancia que había salido de Aguaray, cerca de la frontera con Bolivia.

En la terminal de ómnibus de Tartagal un grupo de efectivos de la Dirección de Reunión y Análisis de la Información de Drogas Peligrosas de la Policía de Salta encabezó un operativo con la perra antinarcóticos Kiara, que detectó que en tres valijas transportadas en ese ómnibus había 21 paquetes, con algo más de 23 kilos de cocaína.

Los panes con este estupefaciente -según las fotos obtenidas por la propia policía en el operativo- estaban envueltos en cinta de embalar verde y recubiertos con papel metalizado.

Los efectivos de Drogas Peligrosas, según el expediente judicial, trasladaron la cocaína a la sede de la Guardia de Infantería de esa fuerza en Tartagal.

El 29 de octubre, dos días después, se obtuvieron las muestras para el peritaje, que confirmó que se trata de cocaína, y un día después la droga fue trasladada al juzgado federal de Orán, donde en el acta figura que los paquetes están envueltos con cinta de embalar verde y papel metalizado.

De la droga no se supo más nada hasta el 28 de agosto pasado, cuando se ordenó un nuevo peritaje químico antes de incinerar el estupefaciente.

El horno en Salta fuera de servicio, por lo que se decidió que la incineración se realizaría el 30 de agosto en un horno en Volcán, en Jujuy.

La destrucción de la droga no se pudo realizar. El martes 28 de agosto a las 22.19 -según el acta- se descubrió que otra vez había sucedido algo extraño con los paquetes de cocaína. Los envoltorios eran diferentes. No tenían cinta de embalar verde ni papel metalizado.

No sólo eran diferentes los paquetes, sino también el contenido: era yeso. No sólo eran distintos los ladrillos y el yeso que reemplazó a la cocaína, sino que las actas tampoco coincidían entre los documentos oficiales del secuestro de la droga en la terminal de Tartagal y el registro de lo que entregaron los efectivos de Drogas Peligrosas al juzgado federal de Orán. Incluso había diferencias en el peso. Al encontrarse estas anomalías se estableció quién y cómo llegó la droga al depósito, quién la recibió y quién rubricó el envío. Además, se detectó quién realizó el peritaje de campo y posteriormente manipuló la sustancia en el laboratorio.

Ante esta nueva sorpresa, los fiscales José Luis Bruno y Carlos Amad notificaron al juzgado de lo ocurrido, y el juez Gustavo Montoya ordenó una investigación.

Los 23 panes con un polvo similar al yeso se enviaron a un gabinete científico de la Policía Federal en Buenos Aires para comparar la sustancia con el anterior caso de reemplazo de cocaína por yeso. A la par hay algunos indicios que disparan fuertes sospechas a que detrás de los cambios de cocaína por yeso hay una organización integrada por efectivos de policía, gendarmes y personal del juzgado federal de Orán, que está en funciones desde la época en que el ex juez Raúl Reynoso estaba al frente del juzgado federal de Orán. Esa hipótesis es analizada por el Ministerio de Seguridad de la Nación y funcionarios judiciales.

Hay por lo menos 10 empleados del juzgado que fueron nombrados por Reynoso, quien actualmente está siendo sometido a un juicio por arreglar con un grupo de abogados salteños la liberación de imputados por narcotráfico a cambio de grandes sumas de dinero.

En las últimas horas surgió un dato que manejan los investigadores que sería clave para determinar qué ocurrió con la cocaína secuestrada. Unos días antes de que se produjera el secuestro de los 21 panes de cocaína, efectivos de Gendarmería detuvieron en Embarcación, Salta, a siete efectivos de Drogas Peligrosas de la policía salteña en un control de ruta. En un auto sin identificación transportaban 26 kilos de yeso en paquetes que parecían panes de cocaína.

Lo llamativo es que los policías le juraron a los gendarmes que no se trataba de cocaína. Insinuaron, según contó una alta fuente judicial a la nacion, que era parte de un operativo encubierto. Los gendarmes no le creyeron y los detuvieron. Estuvieron seis días presos hasta que el peritaje determinó que se trataba de yeso, como los policías afirmaban.

El caso recayó en el juzgado de Montoya, que ahora investiga qué ocurrió con los 21 paquetes de cocaína que se transformaron en yeso, como había ocurrido con otro cargamento de 50 kilos que descubrieron que no era estupefaciente minutos antes de ser incinerado en Salta.

El fiscal federal Carlos Amad aseguró que “se inició una investigación profunda con estos casos y se están revisando otros expedientes”. Lo que sospechan es que falte más cocaína secuestrada. El funcionario del Ministerio Público advirtió que “estaría personal policial comprometido”.

El jefe de Policía de Salta, Mauricio Silvestre, rechazó los dichos del fiscal al asegurar: “De mi personal no dudo porque tengo la prueba que se entregó al juzgado 23,058 kilos de cocaína“.

Fuente: La Nación, GDA

 

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