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Teherán, 26 may (EFE).- Melenas al aire, cientos de personas bailan al ritmo de las melodías de una conocida cantante en Teherán. Un concierto como otro cualquiera. Pero en este caso todos los asistentes son mujeres.

Tres mujeres en la entrada de la sala del concierto de la cantante Simin Ghanem. EFE/ Artemis Razmipour

La ausencia de hombres permite que las mujeres se deshagan de los velos que esconden sus cabellos y los sobretodos que disimulan sus curvas, ambos elementos imprescindibles en el día a día de las féminas en Irán.

En la República Islámica de Irán, las mujeres cantantes solo pueden dar conciertos para un público femenino, sin cámaras de vídeo o foto para evitar que los hombres lo puedan ver o escuchar más tarde.

Así, la mítica cantante Simin Ghanem (1944, Tonekabon) actúa ante 700 mujeres en una céntrica sala de la capital iraní, tal y como establecen las leyes del país persa.

Siguiendo la normativa, la organización revisó a todas las asistentes para evitar que introdujesen en la sala de conciertos teléfonos móviles o cámaras de fotos, artículos relegados a las consignas del recinto.

“Son las normas del país y si queremos asistir al concierto no tenemos más opción que respetarlas,” dijo a Efe en el evento Tina, una joven de 20 años.

Por su parte, Fajrí, de 73 años, lamentó no poder estar junto a su esposo, con quien vivió la “época de oro” de su juventud, cuando la música no estaba sujeta a restricciones y Ghanem era una estrella de la canción que sonaba en la radio.

Pese a las limitaciones de los conciertos femeninos, algunas mujeres ven ventajas en ellos.

“Si hubiese hombres no podríamos bailar”, dice Fateme, de 24 años, quien añade que además no podrían descubrirse la cabeza.

Y es que en los conciertos de cantantes masculinos se permite la asistencia de un público mixto pero “guardianes de la moralidad” vigilan que no se baile o que hombres y mujeres se acerquen demasiado.

Esto lo hacen con punteros láser con los que van señalando a los infractores.

PROHIBICIÓN

Tras la Revolución Islámica de 1979 liderada por el ayatolá Ruholá Jomeiní la música llegó a estar prohibida en Irán y se eliminó su difusión en la radio y la televisión durante años.

Tiempo después, las autoridades aceptaron la música tradicional iraní, aunque tardaron más en aprobar estilos occidentales como el pop y el rock, pero solo para los hombres.

La voz de la mujer estuvo vetada durante más tiempo, sin que las mujeres pudiesen cantar en público o grabar discos.

A finales de los 90 se relajaron las normas y se permitió que las cantantes diesen conciertos solo para un público femenino, coincidiendo con el Gobierno del moderado expresidente Mohamad Jatamí.

Esa apertura revivió la carrera de Ghanem, quien en los años 70 se había convirtió en una estrella del pop iraní con canciones como “Gholake cheshat” -La hucha de tus ojos- y “Gole goldun” -La flor del jarrón-, clásicos que llegan hasta hoy.

En 1999, la artista volvió a los escenarios, tras 21 años alejada de ellos por la ley.

“Fue uno de los días más bonitos de mi vida”, aseguró Ghanem a Efe en una reciente entrevista.

Eso sí, la cantante no puede volver a grabar un disco, espacio aún prohibido para las féminas en el país persa.

Algo que algunos hombres lamentan, además de no poder asistir a sus conciertos.

“Escucho sus canciones en discos de antes de la revolución. Me encanta la voz de Ghanem, pero nunca tuve la suerte de escucharla en vivo”, lamentó Mohamadreza, un aficionado a la música de 38 años.

Artemis Razmipour

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