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Quito, 3 abr (EFE).- Controlar la deforestación en las laderas de la montaña y mejorar la respuesta ante desastres son algunos de los desafíos que tiene el municipio de Quito, la capital ecuatoriana que el pasado martes volvió a soportar un alud de proporción en un barrio que ya fue arrasado por un aluvión hace unos dos años.

Obreros ecuatorianos ayudan este miércoles con la limpieza tras el aluvión ocurrido el martes, en el barrio La Gasca, en Quito (Ecuador). EFE/ José Jácome

Así lo expuso a EFE el concejal Wilson Merino, quien no dudó al advertir de que, dado los cambios climáticos en todo el planeta, los efectos de fenómenos naturales como los deslizamientos de tierra en sectores urbanos podrían ser “cada vez peores”.

Obreros ecuatorianos ayudan este miércoles con la limpieza tras el aluvión ocurrido el martes, en el barrio La Gasca, en Quito (Ecuador). EFE/ José Jácome

Según las últimas cifras del municipio, el alud del pasado martes en los barrios La Gasca y La Comuna (en el oeste de la ciudad) causó la muerte de una persona, otras cuatro resultaron heridas, 21 fueron evacuadas, 68 han sido declaradas afectadas y 20 viviendas resultaron con algunos daños por la corriente de lodo y escombros que bajó desde la montaña por la acumulación de agua lluvia en sus laderas.

Para Merino, “aluvión es igual a deforestación”, pues aseguró que la tala de los bosques en las laderas del complejo volcánico Pichincha, que se erige al oeste de la ciudad, fue un factor determinante en el fenómeno.

Y es que la corriente de lodo también arrastró troncos que habían sido talados, lo que supone una falta de control para evitar la afectación de los bosques de contención en las laderas de la montaña.

Asimismo, Merino dijo que el Cabildo de la capital tiene la tarea de elaborar normativas sobre el uso del suelo, que impidan la construcción inmobiliaria sobre la cota máxima de la montaña establecida para ese fin.

Quito, situada a 2.800 metros de altura, está dominada por el Pichincha, de 4.776 metros, un macizo que ha ido cediendo su base a las construcciones, lo que representa también un riesgo, según Merino.

Recordó que el 31 de enero de 2022, un aluvión de gran proporción arrasó los barrios La Gasca y La Comuna, y dejó una treintena de personas muertas y 35 casas destruidas.

Para el edil capitalino, lo ocurrido ahora también tiene conexión con el fenómeno de enero de 2022, por lo que se debe llevar adelante una fiscalización que permita identificar las responsabilidades de las autoridades de entonces.

El objetivo es identificar los problemas, las causas, las soluciones y las responsabilidades para que “este tipo de cosas no vuelvan a ocurrir” en el futuro, añadió.

Según Merino, pese a que la respuesta al fenómeno del pasado martes pudo haber tenido algún retraso, la gestión del municipio fue más eficiente que hace dos años, aunque dijo que ello no supone que se puedan imponer sanciones a funcionarios que tengan alguna responsabilidad.

El concejal aseguró que el trabajo del Municipio no se detendrá, pues se requieren hacer trabajos en las quebradas de las laderas de la montaña y en varios embalses de contención para evitar que un aumento de las precipitaciones vuelvan a generar riesgo para los ciudadanos.

Merino, no obstante, destacó la actitud solidaria y de resiliencia de los vecinos de Quito, particularmente del sector de La Gasca y La Comuna, que se han puesto junto a las autoridades para hacer frente a la tragedia.

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