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Dublín, 3 abr (EFE).- Cuando se cumplen 25 años del acuerdo del Viernes Santo, el proceso de paz en Irlanda del Norte ha dejado atrás la violencia del conflicto, pero afronta retos como el Brexit y la plena reconciliación, explica a EFE el ex primer ministro irlandés Bertie Ahern, uno de los principales arquitectos de aquel histórico pacto.

La salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) “ha sido un desastre” porque ha “retrasado” el avance político, social y económico en la provincia británica, sostiene Ahern, de 71 años, en una entrevista en su circunscripción de Drumcondra, al norte de Dublín.

Acorralado por varios escándalos, abandonó la jefatura del Gobierno en 2008, después de 11 años en el puesto, pero ha mantenido su prestigio como hábil negociador y tras su vuelta a la política en 2022, reintegrándose en el partido nacionalista Fianna Fáil, se rumorea que aspira a convertirse en presidente de la República de Irlanda, un cargo principalmente representativo.

No es, por tanto, un “jarrón chino” o un personaje irrelevante para la política actual, a pesar de que conversa con EFE en la sala de un hotel flanqueado por dos grandes floreros con decoración oriental.

De hecho, su experiencia en el proceso de paz norirlandés le llevó, ya retirado, a visitar varias veces el País Vasco (norte de España) como miembro de un grupo de trabajo del Foro Económico Mundial creado para abordar la resolución de conflictos en el mundo.

Y el pasado mes se reunió en Dublín con el presidente de la Generalitat de Cataluña (noreste de España), Pere Aragonès, a quien transmitió la necesidad de perseguir sus objetivos por medios estrictamente democráticos, sin recurrir, por ejemplo, a coacciones políticas en forma de referendos ilegales.

EL LABERINTO DEL PROCESO DE PAZ

Esa es su experiencia en el laberinto norirlandés, en un conflicto que causó durante casi 30 años más de 3.500 muertos y que ningún Gobierno de Dublín o Londres supo cerrar hasta la llegada al poder de Ahern y del laborista Tony Blair en 1997.

El ex “taoiseach” (primer ministro irlandés) pone ahora el foco sobre 25 años de proceso de paz en los que ha habido grandes logros, entre los que cita la desmilitarización de la región, la reforma de la Policía o el desarme del Ejército Republicano Irlandés (IRA), responsable de más de 3.000 muertes.

También destaca la dimensión transfronteriza de las instituciones de gobierno con cooperación entre el norte y sur de la isla, uno de los mayores escollos de aquel pacto por el tradicional recelo de los unionistas a la participación de Dublín en los asuntos del Ulster.

“Si miras al acuerdo ahora, el gran éxito es que acabamos con la violencia”, insiste Ahern, si bien reconoce que aún existe la amenaza de grupos disidentes que aprovechan la inestabilidad política para atentar, porque las “instituciones políticas no han funcionado”.

“Un solo partido pueda echar abajo el Gobierno y eso hay que cambiarlo”, dice en referencia al rechazo del Partido Democrático Unionista (DUP, segunda fuerza) a compartir con el nacionalista Sinn Féin -primera formación- el Ejecutivo autónomo por su veto a los acuerdos del Brexit para región, una parálisis que dura ya más de un año.

LA ANSIADA REUNIFICACIÓN

“El Brexit ha causado la inestabilidad de los últimos 15 meses y atravesamos un periodo muy difícil con Boris Johnson, sin progreso alguno. Han sido años perdidos. Por suerte, ahora parece que Rishi Sunak ha adoptado una posición más constructiva”, celebra Ahern, tras la reciente firma del Acuerdo Marco de Windsor entre Londres y Bruselas, un texto que sustituye al controvertido Protocolo para Irlanda del Norte, pero que aún es rechazado por el DUP.

Opina que los unionistas, “no todos, pero una gran parte”, desconfían de las intenciones de la República de Irlanda, aunque “deberían recelar más de lo que pasa en Reino Unido, porque sienten que les ha fallado y engañado en varias ocasiones”.

“Por supuesto que me gustaría ver una Irlanda unificada. Me gustaría ver una nueva Irlanda que acoge a todas las partes. No queremos volver a una situación en que un grupo se siente discriminado. Queda mucho trabajo por hacer, pero el acuerdo del Viernes Santo contempla un referéndum de unidad. Y creo que se celebrará”, confía Ahern.

El Brexit ha avivado este debate desde la consulta de 2016, en la que la mayoría del electorado norirlandés rechazó este divorcio, y ha coincidido con el repunte del Sinn Féin, el antiguo brazo político del IRA que ganó, por primera vez en su historia, las elecciones autonómicas del pasado mayo.

“Pero antes de que esto suceda, es necesario hacer todo el trabajo preparatorio y, en ese sentido, vamos muy retrasados. Hay mucho trabajo por hacer, pero yo he dicho que podría haber un referéndum a final de esta década. Quizá sea demasiado rápido, pero lo sitúo más o menos ahí”, avanza el ex “taoiseach”.

Javier Aja

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