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Santiago de Chile, 5 may (EFE).- Con sencillos banderazos y concentraciones minoritarias y aisladas, Chile puso fin este jueves a la campaña para las elecciones constituyentes del próximo domingo, que están marcadas por un gran desinterés ciudadano, pese a su importancia para el futuro del país.

Más de 15,1 millones de chilenos están llamados a las urnas para elegir a los 50 consejeros -25 hombres y 25 mujeres- que redactarán una nueva propuesta de Constitución, que será plebiscitada en diciembre para su entrada en vigor.

El ambiente de este jueves es completamente distinto al amplio despliegue a los multitudinarios mítines de hace dos años, cuando los chilenos eligieron a los 155 convencionales que escribieron la primera propuesta de Carta Magna, rechazada en referéndum el pasado septiembre.

Tanto el oficialismo como la oposición acuden separados a los comicios y, por primera vez desde el fin de la dictadura, los partidos concurren con alianzas inéditas.

El Partido Socialista (PS) abandonó su coalición natural de centro-izquierda para integrarse en el bloque formado por los comunistas y el izquierdista Frente Amplio, mientras que la oposición va dividida en la derecha tradicional (Chile Vamos), la ultraderecha (Partido Republicano) y la derecha populista (Partido de la Gente).

“Es una elección que todavía arrastra mucho desconocimiento. El día de ayer seguimos haciendo puerta a puerta y todavía hay mucha desinformación de cómo se vota, qué se vota. La decisión va a ser muy encima y probablemente en la papeleta”, dijo la candidata Camila Miranda, del partido oficialista Comunes.

“Tenemos la oportunidad de escribir una Constitución que refleje que somos todos iguales”, indicó la candidata Carmen Frei, de la opositora Democracia Cristiana, que acude en una lista con uno de los partidos del Gobierno, el PPD.

LA DERECHA Y LA ULTRADERECHA, FAVORITOS

Aunque es difícil hacer pronósticos por la gran apatía que muestran los votantes y porque el voto será obligatorio, a diferencia de hace dos años, hay consenso en que la correlación de fuerzas será muy diferente a la anterior convención y en que la derecha y la ultraderecha son los favoritos.

Según la encuesta Criteria de comienzos de abril, tan solo un 31 % de los chilenos está interesado en la redacción de una Constitución que sustituya a la actual, heredada de la dictadura (1973-1990) y reformada en democracia.

La fatiga electoral -desde las protestas de 2019, Chile ha celebrado dos plebiscitos, unas presidenciales, unas municipales, unas regionales y dos constituyentes-, el fracaso del proceso constituyente anterior y la inédita crisis de seguridad que atraviesa el país explican, según los expertos, la desafección hacia estas elecciones.

“Estamos seguros de que la gente va a votar por aquellos que quieren que este proceso termine y termine bien” dijo Diego Schalper, diputado y secretario de Renovación Nacional, integrado en Chile Vamos.

“Se partió en un escenario conservador con 5 consejeros, hoy se habla de entre 8 y 11. Tanto en la calle como en las encuestas, se percibe esa sintonía entre la ciudadanía y lo que el Partido Republicano representa”, comentó Luis Silva, candidato ultraderechista.

La gran novedad de este segundo intento por renovar la Constitución, además de la falta de entusiasmo y expectativas ciudadanas, esta vez es la participación de un grupo de 24 expertos designados por el Parlamento, que tienen como misión elaborar un borrador que sirva de base a los 50 consejeros elegidos en las urnas el domingo.

Otra de las particularidades de este proceso es la existencia de 12 principios básicos acordados a priori por los partidos para evitar una propuesta refundacional como la anterior, que incluyen la declaración de Chile como un “Estado social y democrático de derecho”, la indivisibilidad de la “nación chilena” o el sistema bicameral.

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