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BUCARAMANGA, Colombia, 05 Dic (AP) — Un exjefe de las desaparecidas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) habló el viernes sobre el caso de reclutamiento forzado de niños, niñas y adolescentes durante el conflicto armado. Negó que se tratara de una práctica sistemática, pero admitió que a los menores que ingresaban a las filas guerrilleras les daban armamento e instrucción militar.

El exguerrillero Diego Ardila Merchán declaró ante el tribunal de justicia transicional creado tras la firma del acuerdo de paz en 2016. Su nombre de guerra era Leonel Páez y alcanzó el grado de comandante de la columna móvil Gabriel Galvis y fue miembro del Estado Mayor de la guerrilla en 2015.

El exlíder guerrillero, quien ingresó a las FARC cuando tenía 16 años, en 1959, aseguró que iba contra las reglas reclutar menores de 15 años en sus filas, sin embargo, contó que hubo excepciones. Según su relato, una niña de 13 años “llegó a pedir ingreso”, el cual se le negó al inicio. “A los dos días yo iba pasando por ahí y la encontramos debajo de una piedra, me dijo que no tenía a donde irse y dije: ‘pues recojámosla’”, relató.

Al ingresar al campamento, el exguerrillero aseguró que le dieron un equipo militar “pequeño”, proporcional a su cuerpo y más liviano.

“Se mantenía a la retaguardia, atrás para que no corra riesgo. La mantuvimos así durante dos años, hasta que pudimos, porque las operaciones en esa zona eran muy tenaces”, contó al magistrado. Cuando la menor ingresó le fue entregado un “revólver sin balas” y una vez que cumplió 15 años le dieron un arma larga, dijo el excomandante de las FARC.

En cinco décadas de conflicto, las FARC se convirtieron en el “mayor perpetrador del reclutamiento” en Colombia, según el Centro Nacional de Memoria Histórica. Llevaron a sus filas a más de 6.000 menores de edad entre los siete y los 17 años. Además, la institución reporta que el 50% de los combatientes adultos en las FARC ingresó a la guerrilla siendo niño.

Sin embargo, Ardila Merchán negó que el reclutamiento fuera una práctica sistemática, al menos en su caso. Tampoco aceptó que la guerrilla hubiera amedrentado a las familias campesinas para que enviaran sus hijos a combatir ni que se hubieran fusilado a menores de edad.

El exguerrillero le contestó al abogado de las víctimas que cuando madres de menores reclutados llegaban a los campamentos a pedir que les devolvieran a sus hijos, él admitía que entraran a buscarlos y, si ellos aceptaban irse, podían hacerlo sin que sus familias sufrieran represalias. “Cuando esos muchachitos llegaban ahí no querían saber de la familia”, dijo.

Ante la justicia transicional y los abogados de las víctimas, el exguerrillero aseguró que no había un sistema de verificación de las edades y que quienes “ingresaban” a las filas decían tener más de 15 años, por lo que cuando recibían entrenamiento militar podían participar en los cursos de minas antipersona y explosivos.

Los miembros de las antiguas FARC reconocieron por primera vez el reclutamiento forzado de menores el pasado 18 de septiembre, durante una audiencia pública de la justicia especial para la paz.

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