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Toronto, 24 de abril – El sistema de asilo canadiense se tambalea bajo el peso de un número récord de solicitantes, dejando a miles de personas en un limbo legal y humanitario. La Junta de Inmigración y Refugiados de Canadá (IRB), encargada de procesar las solicitudes de asilo, se encuentra desbordada, con una espera promedio de 38 meses para las audiencias.

Esta situación crítica es el resultado de un aumento drástico en el número de solicitantes de asilo tras la reapertura de las fronteras canadienses después de la pandemia. En los últimos 12 meses, la IRB ha recibido más de 149.000 nuevas solicitudes, un volumen sin precedentes que ha puesto a prueba su capacidad.

Las consecuencias para los solicitantes de asilo son devastadoras. Muchos viven con ansiedad e incertidumbre, enfrentando dificultades para integrarse al mercado laboral y problemas de salud mental. La falta de una resolución rápida a su situación deja sus vidas en suspenso, sin saber si podrán construir un futuro en Canadá.

La IRB ha advertido al gobierno federal sobre la necesidad de aumentar los recursos para hacer frente a esta crisis. Sin embargo, la agencia se ha visto obligada a reducir su gasto en el año fiscal en curso, lo que agrava aún más su capacidad para procesar los casos de manera eficiente.

El gobierno de Trudeau ha destinado 743,5 millones de dólares en cinco años para fortalecer el sistema de asilo. Sin embargo, aún no se ha especificado cómo se distribuirán estos fondos entre las diferentes agencias involucradas, dejando incertidumbre sobre si serán suficientes para abordar la crisis actual.

La situación actual del sistema de asilo canadiense es insostenible y exige una acción inmediata. Se necesitan medidas urgentes para aumentar la capacidad de la IRB, reducir los tiempos de espera y garantizar que los solicitantes de asilo reciban un trato justo y oportuno. De lo contrario, el sistema corre el riesgo de colapsar, dejando a miles de personas vulnerables en una situación desesperada.

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