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Toronto (Canadá), 12 jul (EFE).- El principal partido de la oposición en Canadá, la comunidad ucraniana en el país y el Gobierno de Ucrania acusaron a Ottawa de claudicar ante Rusia tras la decisión del Gobierno canadiense de entregar turbinas para el gaseoducto Nordstream 1, que proporciona gas natural ruso a Alemania.

Este lunes, el principal grupo de la oposición en el Parlamento canadiense, el Partido Conservador, acusó al Gobierno del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, de ignorar sus propias sanciones contra Rusia al permitir la entrega de las turbinas a Alemania.

El diputado conservador Michael Chong declaró en un comunicado que Trudeau ha decidido permitir que “Rusia financie su guerra brutal e ilegal en Ucrania con los beneficios de la energía que vende a Europa”.

Al mismo tiempo, la poderosa comunidad ucraniana en Canadá, la segunda mayor diáspora ucraniana en el mundo tras la de Rusia con más de 1,3 millones de personas, expresó su “profunda decepción” con la decisión del Gobierno canadiense.

El Gobierno de Kiev ya criticó el domingo la decisión canadiense y dijo que supone un peligroso precedente que amenaza la efectividad de las sanciones contra Rusia, según un comunicado que en Canadá dio a conocer la embajada ucraniana en Ottawa.

La polémica se inició el sábado cuando Ottawa accedió a la petición de Alemania de permitir la salida del país de turbinas de gas del gaseoducto ruso Nordstream 1 que estaban retenidas en Montreal.

El regreso de las turbinas, que fueron enviadas a Canadá por Siemens para ser reparadas, estaba bloqueado a consecuencia de las sanciones impuestas por Ottawa contra Rusia.

En las últimas semanas, Alemania había presionado a Canadá para que devolviese las turbinas tras la decisión de Gazprom, el operador ruso de Nordstream 1, de reducir el suministro de gas al 60 %.

El ministro de Recursos Naturales de Canadá, Jonathan Wilkinson, justificó la decisión de entregar las turbinas al señalar que, tras consultas con Alemania, Ucrania, la Comisión Europea y la Agencia Internacional de Energía (AIE), había otorgado un permiso extraordinario a Siemens Canada para exportar el equipamiento.

“Sin el necesario suministro de gas natural, la economía alemana sufrirá dificultades muy significantes y los mismos alemanes se arriesgan a no poder calentar sus hogares de cara al invierno”, señaló Wilkinson.

Pero Chong y los conservadores canadienses considera que permitir el regreso de las turbinas supone un “peligroso precedente” ante el chantaje del presidente ruso, Vladímir Putin, y rebaja el papel de Canadá en la escena internacional.

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