Los aniversarios pasan, la población de Nueva York se renueva y los recordatorios del ataque terrorista que sacudió a la principal ciudad de EE.UU. pierden cada año protagonismo. Si no fuera por los dos focos de luz proyectados desde el lugar donde se levantaban las Torres Gemelas, una instalación artística que cada año repite la organización Creative Time, muchos neoyorquinos de nueva generación incluso no se acordarían de la tragedia.
Quienes no la olvidan son las víctimas de aquel ataque del 11 de septiembre de 2001, ni los familiares de los que fallecieron. Es especialmente trágico para aquellos que todavía no han podido identificar a sus víctimas. El desplome de los rascacielos tras el impacto de los aviones secuestrados por terroristas y los incendios posteriores convirtieron el lugar en una montaña de acero y cemento pulverizado, mezclado con los restos de las víctimas.
Se consiguieron recuperar 22.000 restos de quienes murieron aquel día, pero muchas de ellas tan pequeñas o deterioradas que es muy difícil la identificación. De las 2.606 personas que murieron en el World Trade Center -el complejo financiero en el que se levantaban las Torres Gemelas- más de 1.100 -por encima del 40%- todavía no se han identificado.