Publicidad

Madrid, 7 may (EFE).- Campeón incontestable el Real Madrid, el derbi rebaja su potencia este domingo en el Wanda Metropolitano, crucial para el Atlético de Madrid, que aún sostiene en el aire su clasificación para la Liga de Campeones.

El momento del Atlético es mucho más dudoso que el de su adversario y su recorrido en los últimos duelos contra el ‘eterno’ rival sólo desprende melancolía, sin una sola victoria en los ocho más recientes, en contraposición con la fuerza actual del equipo de Carlo Ancelotti y la inusitada diferencia que los separa en la tabla después de 34 jornadas: 20 puntos.

Desde la Supercopa de Europa de 2018 en Tallín, con el Atlético como ganador en la prórroga, el triunfo en este duelo es esquivo al grupo dirigido por Diego Simeone, que cambió el derbi en 2012-13, cuando fulminó 14 años de frustraciones insoportables para el equipo y su hinchada, pero ahora se reencuentra con una secuencia estresante, que transforma al Real Madrid en el peor contrincante de los últimos tiempos para su conjunto.

En LaLiga Santander la racha se agiganta hasta los doce encuentros consecutivos sin un solo triunfo del bloque rojiblanco, que encima es el equipo que se juega algo en la confrontación de este domingo: nada más y nada menos que la Liga de Campeones en términos deportivos; nada más y nada menos entre 70 y 80 millones de euros que suele ingresar con cada participación en la ‘Champions’, siempre que rebasa la fase de grupos.

El derbi, en cambio, sería este domingo un mero trámite para el Real Madrid, campeón de la Liga e impresionante finalista de la Liga de Campeones, con otra demostración de fe el pasado miércoles en ese torneo cuando parecía eliminado de manera irremediable por el City, si no fuera por las connotaciones de un partido contra el Atlético, que traspasan lo meramente deportivo hacia lo pasional. Las emociones también importan, tanto como tres puntos que, además, incitan al conjunto blanco a interponerse en la ‘Champions’ del Atlético.

No habrá pasillo al campeón, al Real Madrid, en el Wanda Metropolitano. Lo confirmó el lunes el Atlético. “Algunos quieren convertir lo que nació como un gesto de reconocimiento al campeón en un peaje público que deben pagar sus rivales, impregnado además con aroma a humillación. Bajo ningún concepto el Atlético de Madrid va a colaborar en este intento de escarnio en el que se olvidan por completo los verdaderos valores del deporte y se fomenta la crispación y el enfrentamiento entre los aficionados”, advirtió entonces sobre el motivo que más debate y polémica externa ha generado en torno al encuentro.

La presión es del Atlético, cuarto, que sólo ha ganado uno de sus últimos cuatro duelos de Liga, aunque aún conserva el margen de error de una derrota en las cuatro jornadas finales; la convicción es del Real Madrid, ganador de las cinco jornadas más recientes de Liga o de nueve de sus diez últimos choques en ese torneo, además de rutilante finalista de la Liga de Campeones. Y nunca ha perdido en sus cuatro visitas al Wanda Metropolitano. El único matiz sobre el conjunto blanco es cuánto le afectará el esfuerzo del pasado miércoles.

Porque el Real Madrid es hoy por hoy temible para cada rival en cualquier escenario. El Atlético es actualmente imprevisible, en la montaña rusa por la que ha surcado cada jornada de Liga en esta temporada, sin reencontrarse jamás consigo mismo, con el campeón de la pasada campaña, sin alcanzar la dimensión que se presuponía cuando reforzó su plantilla el verano anterior y sin tomar la altura que debería, pendiente aún de asegurar hasta la cuarta plaza.

La dimensión de su único y mínimo objetivo, siempre indispensable a ojos de la directiva, es indudable. No le ha dado para más el curso al conjunto rojiblanco, que se despidió demasiado pronto de competir por el título de LaLiga Santander del que fue campeón hace once meses; naufragó tanto en la Supercopa de España como en la Copa del Rey; y llegó hasta donde le dio en la Liga de Campeones, hasta poner contra las cuerdas al City.

En su once para el derbi, Diego Simeone busca solidez en su defensa, donde recupera la pareja en la que más confía, formada por Stefan Savic (sancionado en la derrota del pasado sábado contra el Athletic Club por 2-0) y José María Giménez, con Sime Vrsaljko y Reinildo Mandava por los laterales y con Koke Resurrección y Geoffrey Kondogbia en el centro del campo; y velocidad, intensidad y dinamismo en su ataque, con Marcos Llorente repuesto en posiciones más ofensivas, Ángel Correa, Yannick Carrasco y Matheus Cunha.

No jugarán de inicio ni Antoine Griezmann ni Luis Suárez ni Rodrigo de Paul ni Héctor Herrera ni Renan Lodi, quienes aguardarán su oportunidad en el banquillo, según la idea del técnico argentino, que tiene tres bajas para el derbi: Joao Félix y Thomas Lemar, con sendas lesiones musculares y su trascendencia para el juego ofensivo, y Mario Hermoso, sancionado. El resto están aptos para un duelo determinante para el Atlético.

En el Real Madrid, nada de lo vivido hasta el presente, ninguna estadística ni tendencia, tendrá valor en un partido para el que rebaja la tensión competitiva. Se disparó ante el Manchester City, en el último giro de las remontadas imposibles para lograr la presencia en la final de la Liga de Campeones. Y llegar con frescura física a esa cita eclipsa cualquier partido liguero. Por mucho que sea un derbi.

Buena parte de culpa del éxito liguero, de la firmeza de un bloque que ocupó el primer lugar todo el campeonato salvo en una jornada aislada, la tuvo su fortaleza de visitante. El mejor equipo de una Liga sentenciada con cinco victorias consecutivas lejos del Santiago Bernabéu. Enterrando en Balaídos la duda que pudo provocar el clásico y asestando el golpe de autoridad definitivo en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Con una remontada, como no. 41 de los 51 puntos posibles lejos de casa son la muestra de autoridad madridista hasta que se proclamó campeón.

En el derbi, Ancelotti debe encajar piezas para presentar un equipo competitivo que respete el escudo lo primero, además de la competición y a equipos que tanto se juegan en la recta final del campeonato. Entregará la portería al estreno de Andriy Lunin. Una pequeña alegría a un deportista que pasa por los peores momentos de su vida, encontrando en el fútbol el mejor refugio a la situación de conflicto bélico que vive su país, Ucrania, con numerosos familiares y seres queridos afectados. El descanso para Thibaut Courtois evitará un nuevo reencuentro con la que fue su afición.

‘Carletto’ no dispone en defensa de David Alaba ni Marcelo, que iba a ser titular en su último derbi. Va con lo justo y medita el descanso de Dani Carvajal para dar entrada a Lucas Vázquez. Dispone de más opciones en un centro del campo del que se cae en el momento más inoportuno Dani Ceballos por una lesión muscular, cuando se había ganado llevar el mando y el descanso es necesario para jugadores como Toni Kroos y Luka Modric. Aparecerá el poderío de Eduardo Camavinga y el técnico madridista repartirá rotaciones entre sus jugadores importantes.

No serán tantas en ataque, donde el brasileño Rodrygo quiere trasladar a una Liga que sentenció con su doblete al Espanyol su dulce idilio con la ‘Champions’, de nuevo decisivo para la remontada al City con dos goles milagrosos en el tiempo de añadido en una noche soñada. No parece necesitar un respiro su compatriota Vinícius, que ya descansó en El Sadar y ante el Espanyol para estar fresco de piernas. Su conexión con Karim Benzema fue una de las grandes claves del título. El francés quiere más goles en su temporada perfecta, a un gol de dar caza los 323 goles de Raúl, en un curso con 43 goles en 43 partidos que desea que nunca se acabe.

– Alineaciones probables:

Atlético de Madrid: Oblak; Vrsaljko, Savic, Giménez, Reinildo; De Paul, Kondogbia, Koke; Llorente, Cunha y Carrasco.

Real Madrid: Lunin; Lucas Vázquez, Militao, Nacho, Mendy; Casemiro, Camavinga, Kroos; Rodrygo, Vinícius y Benzema.

Árbitro: Soto Grado (C. La Rioja).

Estadio: Wanda Metropolitano.

Hora: 21.00.

Publicidad