Publicidad

La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, ha dimitido este martes. Con la salida de Haley, de 45 años, el equipo de política exterior del presidente Donald Trump pierde una de sus voces moderadas. Haley y el presidente han comparecido juntos en el Despacho Oval. “[Haley] Ha sido muy especial para mí, ha hecho un trabajo increíble”, ha dicho Trump, y ha dejado la puerta abierta a Haley para volver a su Administración en otro puesto. “Puedes elegir”, le ha dicho. La dimisión, han anunciado, se hará efectiva al final del año.

La noticia ha sido una sorpresa en círculos diplomáticos y en el propio Gobierno. Haley informó a su equipo esta misma mañana de que abandonaba su puesto. El presidente, por su parte, tuiteaba a las 10.15: “Gran anuncio con mi amiga Nikki Haley en el Despacho Oval a las 10.30”.

Hija de inmigrantes indios, fue la primera mujer gobernadora de Carolina del Sur y representa la renovación del conservadurismo sureño. Haley era, desde su nombramiento enero de 2017, una figura en alza del Partido Republicano para la que muchos veían un recorrido aún mayor. Fue la voz de la Administración de Trump en los foros multinacionales, hasta hoy, con un cargo equivalente al de ministra, aunque su acción estuvo siempre limitada por el Departamento de Estado y por el consejero de seguridad nacional, John Bolton, que ocupó en el pasado el cargo que ahora abandona ella. La salida de Haley refuerza a Bolton el diseño de la política internacional de Trump.

A Haley le ha correspondido, de alguna manera, ser la cara visible en la esfera internacional de una Administración cuya doctrina en política exterior ha sido, cuando menos, desconcertante para muchos de los actores. En muchos temas importantes ha sido una de las portavoces más articuladas de la línea dura del presidente, particularmente en su incondicional apoyo a Israel y sus ataques a Irán, Venezuela y Corea del Norte. Pero ha chocado con su jefe en un asunto clave, el de Rusia, en el que ha sido muy crítica con el Kremlin y sus acciones en Siria y Ucrania.

Se trata de una nueva sacudida en la Administración de Trump, de consecuencias difíciles de prever, apenas a un mes de que se celebren unas elecciones legislativas de una enorme importancia para el presidente. En septiembre Haley firmó un artículo de opinión en The Washington Post en el que explicaba algunos desencuentros que tenía en política internacional con Donald Trump, pero subrayaba el orgullo que sentía por trabajar para él. El artículo veía la luz poco después de que The New York Times publicara una pieza anónima,atribuida a un alto cargo de Trump, que hablaba de que existía “una resistencia” en el seno de la Administración. “Sirvo orgullosa en esta Administración y apoyo con entusiasmo la mayoría de sus decisiones y la dirección a la que lleva al país. Pero no estoy de acuerdo con el presidente en todo”, escribía Haley en el Post, en lo que se interpretó como un paso adelante para acallar los rumores de que ella pudiera estar detrás del artículo anónimo.

 

Publicidad