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Buenos Aires, 29 abr (EFE).- “19 días y 500 noches” fue un antes y un después en la carrera de Joaquín Sabina. No solo por el éxito de sus canciones, sino también por ser el primero en el que sonó su icónica voz completamente rota. “Una noche lo oí cantar y le dije: ‘¿Por qué no grabas así?. En el estudio pretenden que cantes bonito y lo tuyo no es cantar bonito'”, cuenta a EFE el productor de aquel disco, el argentino Alejo Stivel.

¿Cómo es que en “Enemigos íntimos”, que Sabina publicó junto a Fito Páez, en junio de 1998, su voz sonaba aún con cierta limpieza, bastante similar a la de sus primeros tiempos, y en el siguiente álbum, producido por Stivel y editado en septiembre de 1999, la carraspera emergiera en toda su plenitud?

“Yo iba de vez en cuando a su casa, evidentemente iba a la noche porque él vivía en esa época de noche, y me quedaba ahí… y charlando, tomando algo, él se ponía a cantar y entonces eran las 2, 3, 4 de la mañana y él cogía la guitarra y cantaba sin preocuparse de cantar bien”, recuerda el músico argentino.

“Entonces yo lo oí y le dije: ‘¿Por qué no grabas así? Porque en el estudio pretenden que cantes bonito y lo tuyo no es cantar bonito'”, agrega Stivel en una entrevista en Buenos Aires por la presentación de “Tequila: sexo, drogas y rock & roll”, documental sobre el mítico grupo del que fue vocalista, en España, entre 1976 y 1983, cuando, tras la separación de la banda, inició un exitoso y largo periplo como productor musical.

“QUIERO OIR LA RUGOSIDAD DE TU VOZ”

En su relato de cómo oyó cantar a Sabina aquella reveladora noche, cuenta que pensó que su voz sin arreglar era algo así como el estilo de Roberto Goyeneche, leyenda del tango argentino. “Que es un decidor más que un cantante. Y además, que es fabuloso y tiene más que ver con tus canciones y con tus letras”, le dijo al cantautor.

“Y quedó ahí… y a las semanas me llamó y me dijo ‘oye, aquello que me comentaste el otro día, ¿por qué no me produces el disco y haces eso?’. Y dije… bueno”, desvela.

“19 días y 500 noches”, que incluye himnos como la canción homónima, la muy argentina “Dieguitos y Mafaldas”, “Barbie Superstar” y “Una canción para Magdalena”, es uno de los discos más trascendentes de los más de 250 que ha producido Stivel, artífice también de otros famosos como el debut de La Oreja de Van Gogh, “Dile al sol”, y “Usar y tirar” de M-Clan.

“Le quité todos los efectos que le ponían, lo puse cerca del micro, y dije: ‘Quiero oír toda la rugosidad de tu voz'”, agrega sobre la grabación con Sabina.

Y comparte cómo fue el día en que mostró el disco a la discográfica: “Los cito en el estudio, les pongo el disco, empieza la primera canción, y me miran y me dicen: ‘¿Qué pasó? ¿no canta?, y digo ‘no, espera, ya te vas a acostumbrar. Oye el disco entero’. Y cuando oyeron el disco entero dijeron: ‘Ah ¡qué bueno!'”, agrega.

“LA BIBLIA Y EL CALEFÓN”

Un disco en el que Stivel también hizo coros y dejó su huella como compositor en “El caso de la rubia platino”, en “Cerrado por derribo” -que en la edición argentina se llamó “Nos sobran los motivos”- y en “La biblia y el calefón”, también exclusiva de la versión que salió en el país suramericano.

Esa canción fue una de las que Stivel tocó el sábado pasado en el primer concierto que, paradójicamente, ha dado en su país natal en toda su carrera musical, ya que Tequila nunca llegó a promocionarse en Argentina.

“La toqué la otra anoche por primera vez en mi vida, además está dedicada a mi cuñado Jorge Guinzburg”, indica el músico, que a finales de los 2000 decidió volver a cantar tras 25 años sin hacerlo, reuniendo a Tequila, y ahora sigue en solitario.

“La biblia y el calefón” fue el nombre de un programa de televisión humorístico, cuyo histórico presentador fue Guinzburg, fallecido en 2008, y en el que el propio Sabina llegó a coincidir con Diego Armando Maradona en una edición.

Rodrigo García

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