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Un conductor de taxi espera a sus clientes en una estación de Didi en Shanghái. AP

Xiao Zhao, una joven de 20 años de la provincia china de Zhejiang, se alarmó cuando vio que el chófer que le había enviado Didi Chuxing, el Uber chino, se metía por carreteras montañosas y desiertas en vez de llevarla a la fiesta de cumpleaños donde la esperaban. “Ayuda”, escribió a sus amigos a través de las redes sociales con su móvil. Fue su último mensaje. Los suyos se pusieron en contacto con la Policía. Al intentar, frenéticamente, movilizar al departamento de atención al cliente de Didi, se les dijo varias veces que se mantuvieran a la espera. El conductor tuvo tiempo de violar a Zhao, robarle 9.000 yuan (unos 1.200 euros) y matarla a puñaladas.

A medida que se han ido conociendo datos sobre el caso ha salido a relucir lo que parece una cadena escandalosa de negligencias por parte de Didi Chuxing, un gigante que gestiona 25 millones de trayectos diarios. No solo el servicio de asistencia al cliente no actuó de manera inmediata; tras la detención del chófer, al día siguiente del crimen, otra clienta denunció que ese joven de 27 años, antiguo niño “dejado atrás” por sus padres migrantes, también había intentado propasarse y ella había dado parte. La plataforma no había llegado a tomar cartas en el asunto.

 

Llovía sobre mojado. En mayo, la azafata Li Mingzhu, de 21 años, también fue asesinada por un conductor de Didi. La plataforma prometió a raíz del caso mejorar sus medidas de seguridad para los pasajeros. Pero, sin apenas competencia desde que compró el negocio de Uber en China en 2016, no se dio ninguna prisa. Desde entonces y hasta la muerte de Zhao, sus chóferes habían sido objeto de otras diez denuncias por abusos sexuales.

El escándalo ha sido mayúsculo para esta plataforma de coche compartido nacida en 2012. A principios de esta semana, cinco de las diez principales búsquedas en Weibo, el Twitter chino, se relacionaban con el caso. Peor aún, los internautas han lanzado una campaña para que los usuarios borren esta aplicación de sus móviles. Se han popularizado hashtags que sustituyen las sílabas “Didi” por “Die, Die” (“muere”, en inglés).

La empresa, que cuenta con cerca de 21 millones de conductores y 450 millones de clientes en 400 ciudades chinas, se ha visto obligada a salir al paso y pedir disculpas. Inmediatamente ha cerrado Hitch, su servicio que conectaba a viajeros para compartir coche y que habían utilizado las dos víctimas mortales. Este martes ha pedido públicamente perdón a los familiares de Zhao y ha prometido que, esta vez sí, empezará a aplicar medidas de seguridad mucho más estrictas inmediatamente. Entre ellas, una función que permitirá a los pasajeros compartir su trayecto con otros amigos en redes sociales, para que siempre pueda saberse en qué punto están. También un sistema para ponerse en contacto con la Policía.

“Nuestro orgullo e ignorancia provocaron un dolor y una pérdida irreversibles”, han indicado el fundador de la compañía, Chen Wei, y la presidenta, Jean Liu. “Nuestra vanidad nos perdió. En estos últimos años corrimos hacia delante, impulsados por nuestra enorme expansión y capital; pero todo esto carece de sentido ante esta trágica pérdida de una vida”.

La compañía tiene planes de expansión internacional y se plantea una posible salida a Bolsa. A comienzos de este año adquirió 99, la principal plataforma de transporte en Brasil, con vistas a rivalizar con Uber en América Latina.

Didi Chuxing no es la única plataforma de transporte afectada por casos y denuncias de violencia contra sus pasajeras. Su antiguo rival Uber ha vivido episodios similares en países como Estados Unidos e India.

 

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