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Buenos Aires, 7 oct (EFE).- Magallanes, Garibaldi, Caminito… las calles de La Boca en torno a La Bombonera respiran este viernes esperanza y pasión Xeneize, con aficionados todavía emocionados por la victoria en penales en la semifinal de la Libertadores ante Palmeiras, que supone soñar con el ansiado séptimo título en la máxima competición continental.

“Boca es todo, es mi vida”, exclama a la Agencia EFE un aficionado en las calles colindantes al bastión de los ‘bosteros’, mientras la banda sonora de las avenidas de la Comuna 4 de la Ciudad de Buenos Aires era una mezcla de bullicio, cláxones y gritos alentando al conjunto de sus amores.

El fenómeno cultural que supone la pelota invade hasta los comercios de la zona. En uno de los restaurantes, dos hermanos, Santiago y Ángel, aún sufren la resaca emocional del duelo que finalizó en la tanda de penaltis.

“Si bien teníamos todos una fe terrible de llegar a la final, que se dé es una alegría enorme”, dice Ángel, mientras su hermano, afónico por la histeria vivida durante el encuentro, confesó que sabía que iban a pasar, y añade que el sufrimiento va de la mano del club.

“Boca es así”, afirma Santiago.

Contemplando el estadio junto a su mujer y su hija en brazos, Joel reconoce que lloró tras sufrir “demasiado” y expresa un deseo: “Espero que la séptima se quede en casa (de Boca)”.

Hay ocasiones en las que se alinean los astros y todo sale perfecto. Y si no, que se lo digan a Thiago, que tuvo el mejor regalo de cumpleaños posible: ver a su equipo llegar a la final del máximo torneo sudamericano a nivel de clubes.

“Pasamos a lo Boca, y la verdad que fue justo lo que pedí; además, aunque sufrimos sabíamos que todo iba a salir bien”, exclama.

El dueño de una de las parrillas de la calle Juan de Dios Filiberto, que lleva al campo, Daniel, expone que lo que se vive en el barrio es algo único, y que lo que allí acontece no puede ocurrir en otro lugar en el mundo: “Es impresionante, tiemblan las paredes cada vez que juegan”.

Cuenta, además, que incluso hubo una vez, durante un gélido día de invierno, que un seguidor de Boca se quedó afuera tomando vino porque el éxtasis que suponía ver esa cancha le compensaba cualquier cosa.

Esta pasión tiene muchas vías de entrada. La mayoría de aficionados cuentan que es una cultura que tienen desde la cuna, que les llegó por la zona en la que nacieron o que fue un amor de primera vista. Pero hay otros, como Marlene, que tienen un trasfondo azul y dorado más poético.

“Yo cuando llegué a Argentina vivía en Núñez, cerca del estadio del máximo rival, River Plate, y cuando entré a la casa me encontré la camiseta (de Boca) colgada en un armario y me pareció una señal clara de que ya había encontrado a mi equipo”, comentó.

Los colores incluso traspasan las fronteras, como explica Muriel, una parisina de unos 30 años que descubrió al equipo muy joven y que, por fin, tuvo ocasión de sentir el ambiente de La Boca al pasear por sus calles. Explica a EFE que Riquelme era su modelo futbolístico y que, ahora, pasear por La Boca es “un sueño” para ella.

Si en algo coinciden todos los ‘xeneizes’ que hoy se citaban cerca del emblemático estadio azul y amarillo es en la confianza en que el título ya es suyo. Algunos, incluso, firmaban perder diez Superclásicos (duelo con River Plate) seguidos con tal de ganar la ansiada copa e igualar al Independiente de Avellaneda como ‘Rey de Copas’.

Gran parte de esa tranquilidad proviene de Sergio ‘Chiquito’ Romero, el portero que se ha erigido en la estrella ‘xeneize’ en el torneo, merced a sus intervenciones en las tandas de penaltis, que permitieron que el equipo haya superado tres eliminatorias seguidas en esa ‘ruleta rusa’ para alcanzar la última instancia.

Lo que está claro es que pase lo que pase en esa final del 4 de noviembre en el estadio de Maracaná, la afición de Boca Juniors siempre va a acompañar a un conjunto que está a punto de hacer historia y que hoy la ilusión por la ‘Séptima’ inunda mucho más que un barrio.

Rafa Sanz del Río

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