Publicidad

Pekín, 12 may (EFE).- El pasado 30 de abril se vivió la conclusión de una etapa que constó de décadas de proyección, o siglos de tradición por parte de China, según se mire, con la proclamación del primer gran maestro de ajedrez del gigante asiático como campeón mundial de la especialidad.

Un estandarte felicitando a Ding Liren por su título de campeón del mundo al lado de múltiples fotos de alumnos del Club de Ajedrez Qiyian ubicado en Pekín.EFE/Guillermo Benavides

La victoria en Astaná (Kazajistán) del jugador Ding Liren, de 30 años, sobre el ruso Ian Nepomniachtchi, para destronar al noruego Magnus Carlsen, además de para dar a conocer al vigésimo primer campeón del mundo, y primer chino, marca la culminación de otra partida: la del ajedrez contra el ‘xiangqi’, también conocido como ajedrez chino.

El título de Ding también es una demostración de la importancia que le dan muchos países a este juego de mesa a nivel geopolítico, protagonista de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS, y que China no quiere dejar pasar.

LA APERTURA DEL PROYECTO GRAN DRAGÓN

En mayo de 2023, la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) listó un total de 45 grandes maestros (36 hombres y 9 mujeres) y 36 maestros internacionales (23 hombres y 13 mujeres) provenientes de China, el tercer país con más representantes tras Rusia y Estados Unidos.

Unas cifras que en 1965 parecían imposibles en el gigante asiático, año en el que Liu Wenzhe, considerado por muchos como el padre del ajedrez en China, logró vencer a uno de los grandes maestros rusos de la época, Nikolai Krogius.

Una gesta que no impidió que durante la Revolución Cultural (1966-1976) el ajedrez, entre otras muchas cosas, fuera prohibido en el país por ser considerado un símbolo del “decadente capitalismo”, término con muchos padres, pero en China atribuido al otrora líder Mao Zedong.

Pero en 1975 emergió la figura del millonario Dato Tan Chin Nam, un malasio de origen chino, que, con su fortuna personal y el apoyo de Liu, impulsó el proyecto “Gran Dragón” para desarrollar el ajedrez en China con el objetivo de convertirse en potencia mundial para el siglo XXI.

Dentro del plan, el Comité Nacional de Deportes de China creó academias para los ajedrecistas en Pekín y otras ciudades, donde los jugadores más jóvenes aprenderían de los mejores, generando un proceso de crecimiento y desarrollo.

EL JAQUE A LOS REYES

Bajo el paraguas de Liu como director de la Asociación China de Ajedrez, dependiente de la de ‘xiangqi’ hasta 1986, el “gigante dormido” despertó y proclamó a su primera campeona mundial con Xie Jun en 1991, la pionera seguida por otras cinco, entre ellas la actual defensora del título, Ju Wenjun.

Sin embargo, Ju, nacida en Shanghái (este) hace 32 años, y Ding, proveniente de Wenzhou (sudeste), son solo los estandartes actuales de décadas de desarrollo.

Según la Administración de Deportes de China, en el país hay trece equipos profesionales y alrededor de 5.000 entrenadores para la enseñanza del juego, de los cuales solo 20 tienen una titulación profesional.

Todo para poder cultivar a los futuros talentos del país en más de 30 centros de desarrollo nacionales y mil instituciones en las que según datos estimados aprenden unos 150.000 jóvenes de entre 4 y 12 años.

EL AJEDREZ INTERNACIONAL

Aunque si bien ahora mismo el ajedrez es un juego en auge en el país asiático, durante años, sino siglos, vivió a la sombra de uno de los auténticos reyes de los juegos de mesa de estrategia en China: el ‘xiangqi’, o juego del elefante, una de sus piezas.

Porque en el Reino del Medio, traducción literal del nombre oficial del país en chino mandarín, al juego conocido en Occidente como ajedrez se le llama ‘xiangqi internacional’, lo que explica la importancia de su homónimo en la cultura nacional.

Si bien ambos juegos disponen de un tablero y piezas para trasladar estrategias más o menos elaboradas con los movimientos de las fichas, las diferencias entre los dos son obvias.

Un río que separa las dos mitades de un tablero con diez líneas horizontales y nueve verticales, que crean intersecciones por las cuales se desplazan las piezas, y el hecho de que el objetivo sea asaltar un “palacio” donde se resguarda el rey son las diferencias más notables.

Tanto el ‘xiangqi’ como el ajedrez se cree provienen del chaturanga indio, pero si bien el primero apareció en las tierras del país asiático supuestamente en el periodo de los Reinos Combatientes (475-221 a.C.), del segundo se tienen las primeras referencias a finales del siglo XIX.

Por ello, no es de extrañar que, según datos del Informe de Desarrollo del Ajedrez Chino de 2019, el 41 % de la población del país, unos 550 millones de personas, habían jugado por lo menos una vez al juego en su vida.

Una diferencia abismal si lo comparamos a los entre 1,2 y 30 millones que practican el ajedrez occidental de acuerdo a estadísticas poco fiables, que no hacen sino demostrar el largo camino que le queda aún por recorrer para poder cantar el jaque mate en el gigante asiático.

Guillermo Benavides

Publicidad