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Paul Manafort ha acabado por dar su brazo a torcer ante Robert Mueller, el fiscal especial de la trama rusa. El exjefe de campaña de Donald Trump se declaró culpable este viernes de dos de los cargos en su contra por sus negocios de consultoría política en Ucrania y aceptó cooperar con la investigación de Mueller. La decisión de Manafort supone un viraje de 180 grados en su estrategia judicial y acentúa los riesgos para el presidente, que en las últimas semanas ha defendido a su antiguo colaborador. Al declararse culpable, Manafort evita el inicio de un segundo juicio, previsto para el lunes, después de que en agosto fuera condenado a entre siete y diez años de cárcel por delitos de evasión fiscal y fraude bancario.

Mueller aspira a que el exjefe de campaña de Trump revele los entresijos de los contactos entre el entorno del mandatario y rusos antes de las elecciones presidenciales de 2016. En sus cinco meses como jefe de campaña de Trump, incluida la convención republicana en la que fue designado candidato a la Casa Blanca, Manafort tuvo contacto con varios oligarcas cercanos al Kremlin. Y participó en la polémica y misteriosa reunión de junio de 2016, a cinco meses de los comicios, que mantuvieron miembros de la campaña de Trump con una letrada rusa que les había ofrecido material comprometedor sobre su rival electoral, Hillary Clinton.

La acusación a Manafort, de 69 años y un veterano lobista de Washington, no guarda ninguna relación con la injerencia electoral rusa sino con sus negocios de consultor político antes de empezar a trabajar para Trump. El presidente ha defendido a Manafort y ha elogiado que no se declarara culpable aunque también ha tratado de minimizar su papel en la campaña electoral. El abogado de Trump, Rudy Giuliani, ha llegado a sugerir que el mandatario podría indultar a Manafort.

Manafort se declaró culpable de los delitos de conspiración contra Estados Unidos y conspiración para obstruir a la justicia. Esos son los dos únicos cargos que afronta ahora después de que la Fiscalía rebajara sus acusaciones en un escrito judicial registrado esta mañana, en lo que se anticipaba como una estrategia pactada para que Manafort se declarara culpable.

Durante el juicio en agosto por fraude fiscal y bancario en sus negocios de consultor, los abogados de Manafort defendieron con vehemencia su inocencia, atacaron a Mueller y trataron de culpar de cualquier irregularidad a Rick Gates, que era la mano derecha del consultor y también trabajó en la campaña de Trump.

Gates se declaró culpable el pasado febrero de los delitos de conspiración y mentir al FBI, y decidió cooperar con Mueller. Es algo que también han hecho el exconsejero de seguridad nacional Michael Flynn, y el exasesor electoral George Papadopoulos, quien trató de concertar una cita entre Trump y el presidente ruso Vladímir Putin. Papadopoulos fue condenado el pasado viernes a 14 días de prisión por mentir al FBI sobre sus contactos con intermediarios rusos durante la campaña electoral de 2016.

 

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