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Brett Kavanaugh se encuentra a un paso del Tribunal Supremo de EE UU. Tras una batalla monumental por la nominación del juez conservador, sobre el que pesan varias acusaciones de abusos sexuales, el Senado votó este viernes a favor de llevar su confirmación al voto final del pleno. Dos de los tres senadores republicanos menos convencidos, como Jeff Flake y Susan Collins, dieron su sí, al igual que un demócrata de Virginia Occidental, Joe Manchin. En el día en que se cumple un año del nacimiento del movimiento #Metoo contra el acoso, Estados Unidos impulsa como nuevo miembro vitalicio de su más alta instancia judicial a un hombre irremediablemente manchado por las dudas y el partidismo.

Si en la votación final no hay giros, Kavanaugh, de 53 años, será el nuevo miembro del Supremo por mucho tiempo, pese a toda la polémica. Los republicanos ocupan 51 de los 100 escaños de la Cámara alta, lo que resulta suficiente para bendecir al nominado por Donald Trump, aunque no permite más de dos bajas entre sus filas. Si un solo republicano votase en contra, el resultado sería 50-50 y el vicepresidente, Mike Pence, desempataría a favor de los conservadores.

Este viernes había cuatro senadores dudosos. Susan Collins, republicana de Maine, votó a favor en este voto procedimental del viernes por la mañana, pero advirtió de que no anunciará su voto final previsto para el fin de semana hasta las tres de la tarde (hora de Washington DC). Jeff Flake, de Arizona, también votó sí, sin dejar claro si esta será su postura final. Lisa Murkowski, republicana de Alaska, votó. Pero el senador demócrata por West Virginia Joe Manchin votó a favor.

La actuación de Flake resulta especialmente significativa. Este senador, unos de los escasos republicanos públicamente críticos con Trump, fue quien forzó a los republicanos a aceptar una semana de pesquisas del FBI antes de ratificar a Kavanaugh. El viernes pasado, en una drama político televisado en tiempo real, cambió de opinión en Comité de Justicia del Senado, del que forma parte, después de haber sido icnrepando durante cinco minutos en las cámaras de televisión por dos mujeres que se identificaron como víctimas de agresion sexual. Flake bendijo llevar el nombramiento al pleno Senado en aquella votación previa del comité, pero con la condición de una investigación federal.

Trump atacó este viernes a las mujeres que protagonizaron la escena del ascensor, llamada a convertirse en uno de esos momentos símbolo de la historia política estadounidense. “Esas gritonas groseras son profesionales pagadasque solo buscan hacer quedar mal a los senadores. ¿no caigan!”, escribió en su cuenta de Twitter. “Miren además todos esos carteles profesionales idénticos. Están pagados por [George] Soros y otros”, remachó.

Para los republicanos, el informe final del FBI -46 páginas que solo han visto los senadores- exonera al juez, mientras que los demócratas critican lo limitado de las pesquisas y advierten de que el proceso en sí ha mostrado que el nominado no es apto para el puesto por falsedades y partidismo. En su comparecencia en el Senado, el pasado 27 de septiembre, Kavanaugh incurrió en contradicciones y algo a medio camino entre los olvidos y las falsedades: algunas prueban revelan que el juez tenía más relación con dos de las mujeres que lo acusan (Christine Blasey Ford y Deborah Ramirez) de la que admitió y múltiples conocidos de la época afirman que bebía más de lo que reconoce (esto es crítico porque hace plausible que en esas borrachera no recordara sus actos). Su testimonio, justo posterior al de la profesora Ford, también destiló cólera y furia contra los demócratas, lo que pone en cuestión la impacialidad requerida en el puesto tan clave que va a ocupar.

 

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