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Río de Janeiro, 8 jun (EFE).- El número de brasileños con hambre prácticamente dobló en los dos últimos años, desde 19 millones en 2020 hasta 33,1 millones en 2022, y más que triplicó en los últimos cuatro años, frente a los 10 millones de 2018, según un estudio divulgado este miércoles.

De acuerdo con el Segundo Estudio Nacional sobre Inseguridad Alimentaria en el Contexto de la Pandemia de la Covid, el número de brasileños que no tiene que comer diariamente volvió en 2022 al mismo nivel que el país tenía hace cerca de 30 años, frente a los 32 millones de 1993, cuando la población del país era en un 35 % menor.

Según el estudio elaborado por la organización Red Brasileña de Pesquisa en Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (Red Penssan), mientras que en 2018 el 5,8 % de los brasileños pasaba hambre, ese porcentaje saltó al 9 % en 2020 y al 15,5 % en 2022.

Además de los 33,1 millones de brasileños que pasan hambre, 6 de cada 10 habitantes del país (125,2 millones o 58,7 % de la población) conviven con algún tipo de grado de inseguridad alimentaria en 2022.

El porcentaje de población brasileña en la llamada situación de inseguridad alimentaria, incluyendo tanto la ligera como la moderada y la grave, avanzó un 7,2 % en 2022 frente a 2020 y en un 60 % en la comparación con 2018.

Los autores del estudio atribuyeron el fuerte avance del hambre en el mayor país latinoamericano a la crisis económica generada por la pandemia de la covid, que aumentó el desempleo y redujo la renta, así como a la actual crisis agravada por la guerra en Ucrania, que disparó la inflación en Brasil (hasta el 12,13 % interanual).

“La pandemia surgió en un contexto de aumento de la pobreza y de la miseria y trajo aún más desamparo y sufrimiento”, afirmó la médica epidemióloga Ana Maria Segall, investigadora de la Red Penssan.

Pese a que Brasil consiguió importantes avances en la lucha contra el hambre desde que el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) puso en marcha programas ejemplares para reducir la pobreza, lo que hizo que el país fuera retirado del Mapa Mundial del Hambre de la ONU en 2014, la situación comenzó a agravarse con la grave recesión que el país vivió en 2015 y 2016.

Según Segall, las medidas adoptadas por el Gobierno del presidente Jair Bolsonaro para combatir el hambre son aisladas e insuficientes ante el grave escenario de alta inflación, especialmente de los precios de los alimentos, de desempleo y de caída de la renta de la población, principalmente de los sectores más vulnerables, como mujeres, negros y minorías.

De acuerdo con la Red Penssan, el hambre en Brasil fue medido en un estudio realizado entre noviembre de 2021 y abril de 2022 mediante a entrevistas a los responsables de 12.745 domicilios en 577 ciudades de los 27 estados de Brasil.

El estudio considera la seguridad alimentaria como el pleno acceso y regular a alimentos de calidad, en cantidad suficiente y sin comprometer el acceso a otras necesidades esenciales. Cuando no se cumplen estos requisitos, la situación es de inseguridad alimentaria, que puede ser clasificada como ligera, moderada o grave.

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