Publicidad

LA HABANA, 28 ABRIL.- El turismo en Cuba, antaño motor de la economía y fuente de orgullo nacional, atraviesa un período de incertidumbre y desafíos. Tras la pandemia, las esperanzas de una rápida recuperación se han visto truncadas por una serie de factores que frenan el despegue del sector y ponen en tela de juicio la ambiciosa meta del Gobierno de alcanzar los 3,2 millones de visitantes en 2024.

Las cifras del primer trimestre del año reflejan una tímida recuperación, pero aún muy distante de los niveles pre-pandemia. Si bien se espera superar los 2,7 millones de turistas que visitaron la isla en 2023, la meta de 3,2 millones parece lejana si se mantiene el ritmo actual. Mientras destinos caribeños como Punta Cana y Cancún experimentan un auge turístico sin precedentes, Cuba lucha por recuperar su atractivo y competitividad.

La baja ocupación hotelera, que en 2023 se situó en un preocupante 25%, contrasta con la construcción de nuevos hoteles de grandes dimensiones con capital cubano. Esta estrategia ha generado controversia, pues muchos cuestionan la prioridad otorgada a la inversión hotelera mientras los servicios básicos del país, como el transporte, la energía y la alimentación, se deterioran de forma palpable.

Las sanciones de Estados Unidos, principal mercado natural por su proximidad y poder adquisitivo, obligan a Cuba a buscar turistas en mercados más lejanos y menos rentables. Canadá se mantiene como el principal emisor, pero la afluencia de visitantes europeos ha disminuido, en parte por el deterioro de la calidad del servicio y las restricciones de visa impuestas por Estados Unidos a quienes visitan la isla.

En este contexto, Rusia se ha convertido en un aliado estratégico para el turismo cubano, con un aumento significativo de visitantes en los últimos meses. Asimismo, se busca potenciar la llegada de turistas de Latinoamérica y el Caribe, aunque es difícil que estos mercados compensen la caída de otros, tanto en número de visitas como en ingresos.

La profunda crisis económica que atraviesa Cuba desde hace cuatro años, agravada por la pandemia y las sanciones estadounidenses, impacta negativamente en el sector turístico. La escasez de productos básicos, la falta de divisas y los frecuentes apagones afectan la calidad del servicio y la experiencia del visitante. La paradoja es que la crisis mina al sector con el que el Gobierno pretende impulsar la recuperación económica, pues pocas industrias nacionales tienen el potencial de generar los ingresos y divisas que necesita Cuba.

El futuro del turismo en Cuba es incierto. Si bien el Gobierno apuesta por el sector como motor de la recuperación económica, los desafíos son numerosos. Superar la crisis actual, diversificar los mercados emisores, mejorar la calidad del servicio y adaptar la oferta a las nuevas tendencias del turismo global son tareas cruciales para que el turismo cubano pueda finalmente despegar y alcanzar su pleno potencial.

Publicidad