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Sao Paulo, 6 ago (EFE).- “Presentación”, “Fitness” y “Nalgas”. Esos son los ‘criterios’ para ser coronada “Miss BumBum”. En plena ola feminista global, Brasil celebró este viernes una nueva edición de este polémico concurso entre las críticas de colectivos de mujeres que denuncian la objetificación de sus cuerpos.

La cita tuvo lugar en un desmejorado salón de fiestas de la ciudad de Sao Paulo, en un ambiente tosco, donde las participantes desfilaron sobre una pasarela rudimentaria rematada con grapas y con telas negras de fondo.

En una de las paredes del local, un enorme rostro de Simón Bolívar, el libertador de América, observaba el sainete.

En este año de elecciones en Brasil, el certamen volvió a tener público -con alta presencia de hombres- después de un 2021 en formato virtual por el coronavirus.

Mujeres desfilan durante el concurso "Miss BumBum" en un salón de fiestas de la ciudad de Sao Paulo (Brasil). EFE/Fernando Bizerra Jr.

“Antes de elegir al nuevo presidente, venga a conocer a la nueva Miss Bumbum” (Señorita Trasero, en portugués).

Así rezaba la invitación para la final de “Miss Bumbum Brasil 2022”. Debajo del llamado, un primer plano de los traseros de cuatro mujeres en tanga.

El creador de este certamen más propio de un pasado que parecía superado es un hombre. Se llama Cacau Oliver, periodista de formación, relaciones públicas en la práctica. Se le conoce por ser un promotor de lo que en Brasil denominan “subcelebridades”.

La primera edición de “Miss Bumbum” la lanzó en 2011. En 2018 paró porque consideró que “el modelo estaba agotado”, pero volvió a la carga el año pasado. “La gente me decía que volviera”, dijo a Efe. La presión de movimientos como ‘Me too’ no le ha echado para atrás.

El concurso funciona de la siguiente manera: representantes de cada uno de los 27 estados brasileños participan en una primera fase, pero solo 15, elegidas en una encuesta virtual en la que se presentan con fotografías casi pornográficas, pasan a la final.

Hoy fueron evaluadas por un jurado de diez miembros, al que con intención propagandista llegaron a invitar al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que no respondió a la invitación.

Mujeres desfilan durante el concurso "Miss BumBum" en un salón de fiestas de la ciudad de Sao Paulo (Brasil). EFE/Fernando Bizerra Jr.

CRÍTICAS FEMINISTAS

Para la investigadora Tarine Guima, del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Sao Paulo (USP), “Miss BumBum” se enmarca dentro de una “cultura mediática” que se circunscribe “en la objetificación de las mujeres”.

“Esas mujeres van allí con esa sensación de empoderamiento, de libertad, pero en verdad se convierten en un producto para dar más poder a esa cultura patriarcal”, explica a Efe esta teórica feminista.

Esa visión, señala, forma parte de un debate público en boga en el cual una parte “no ve la objetificación como un problema” y sí una afirmación de “libertad”; y la otra lo ve como una expresión de “sexismo y machismo”.

“Este concurso es un absurdo. Es malo para la imagen de Brasil porque siempre queda esa cosa de la mujer brasileña y sus nalgas. No es bueno de ninguna forma. Realmente no debería existir”, apunta a Efe la periodista Nina Lemos.

Rechaza que se trate de un acto de “empoderamiento” y considera que refleja una “sociedad opresora y patriarcal” en la que la “mujer es reducida al cuerpo”.

En un intento por lavar la imagen del concurso, Oliver incluyó este año como novedad “Míster BumBum”, con menos participantes, menos pompa y cuyo ganador fue seleccionado en menos de treinta minutos.

Pese a todo, también hay defensoras de “Miss BumBum”, en especial sus participantes.

Suzy Cortez ganó la edición de 2015 y declaró a Efe que a partir de ahí se le abrieron “muchas puertas”. Hoy es la brasileña que más gana en OnlyFans, una plataforma de contenido adulto. Se define como una “mujer de negocios e inversora”.

Asegura que “es una hipocresía total” salir criticando “Miss BumBum” en “el país del Carnaval”.

La ganadora de este 2022 se llevó como premio 50.000 reales (casi 10.000 dólares) en contratos publicitarios en este país repleto de contradicciones, donde hacer topless en la playa es un delito.

Carlos Meneses

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