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Asunción, 25 abr (EFE).- Con una economía que logró capotear los estragos de la pandemia, Paraguay enfrenta el desafío de mantener controlada la inflación y no abandonar la senda de crecimiento, después de que en los últimos años haya visto crecer su deuda pública, aunque sus niveles se mantienen entre los más bajos de la región.

El país sudamericano, con 7,4 millones de habitantes, bien puede considerarse una despensa para el planeta. A enero de 2022 se situaba, según cifras del Departamento de Agricultura de EE.UU., como el tercer exportador mundial de soja.

Además, es un importante productor de alimentos como maíz o carne y en sus 406.752 kilómetros cuadrados posee tres hidroeléctricas, dos de las cuales comparte con Argentina y Brasil, respectivamente.

“Somos siete millones de habitantes y producimos alimentos para 70 millones de habitantes”, destacó el pasado jueves en un acto oficial el presidente del país, Mario Abdo Benítez, quien afirmó que el país todavía “puede convertirse en un gran productor de lo que el mundo va a requerir en un futuro”.

El libro “Para entender la economía del Paraguay”, del Centro de Investigaciones Económicas (CINVE), explica que este país, a diferencia de la mayoría en Latinoamérica, ha evitado “desequilibrios macroeconómicos de proporciones desmedidas, como la hiperinflación, los déficit fiscales fuera de control o una deuda externa excesiva”.

FINANZAS EN ORDEN

Después de períodos de fluctuación, Paraguay comenzó en 2003 un proceso de ordenamiento macroeconómico, tras la firma de un acuerdo precautorio con el Fondo Monetario Internacional (FMI), agrega el documento.

Sin embargo, la sequía que golpeó entre 2019 y 2022 el Cono Sur y la pandemia remecieron la economía local.

En 2019, la variación del producto interno bruto (PIB) fue del 0 % y un año después, el crecimiento económico cayó un 0,6 %.

La falta de lluvias redujo la producción de soja desde los 9,5 millones de toneladas de la zafra 2020-2021 a 4,3 millones de toneladas entre 2021 y 2022.

El economista y columnista César Barreto Otazú explica a EFE que las dos décadas de buena administración económica y los precios favorables de las materias primas sentaron las bases para sortear la crisis. Como resultado de esa gestión, se dio un incremento de la producción, de la inversión, del ingreso per cápita y del empleo, y se redujo la pobreza hasta el 24,7 % en 2022.

“Hay un cambio sustancial después de dos décadas, lo cual no implica que no tengamos problemas”, defendió.

Barreto consideró que el país está en un proceso de convergencia fiscal, para volver a los estándares antes de la pandemia, después de que en el último quinquenio se excediera el tope del déficit fiscal, fijado por ley en el 1,5 % del PIB de cada año.

Sin embargo, considera que “lo más desafiante” es que el “Estado no funciona”.

“Los servicios públicos son de muy mala calidad”, considera Barreto, quien asegura que décadas después de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) no hubo un cambio en el modelo de gestión, en el que aún perviven “muchos vicios”, como “corrupción, clientelismo, prebendarismo”.

IMPUESTOS VERSUS DEUDA

Este escenario, agrega Barreto, desalienta a los contribuyentes a pagar más impuestos, al no percibir “absolutamente nada en contraprestación por parte del Estado”.

Por su parte, la economista Sarah Zevaco declara a EFE que Paraguay sigue “siendo uno de los peores alumnos” en materia de presión tributaria. Su ingreso, estimó, depende en más del 50 % del IVA que pagan los consumidores.

Y en un país sin “una estructura de producción que permita generar un ingreso propio estatal”, Zevaco llama la atención sobre el crecimiento de la deuda pública en relación al PIB, aunque puntualiza que Paraguay no es el más endeudado de la región.

La investigadora detalla que el Estado empezó a emitir bonos soberanos desde 2013, una “deuda mucho más cara” con tasas de interés que puede ir hasta al 7 % frente al 2 % de los préstamos multilaterales.

Y por eso recalca que el desafío del país es no entrar en un ciclo que lo lleve a un endeudamiento para pagar deuda.

Laura Barros

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