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Caracas/Quito, 26 jun (EFE).- Desde que se vio forzada a huir de Colombia hace ya nueve años, no hay ni un solo día que Aurora no cargue con el dolor de haber perdido a 32 familiares masacrados por la guerrilla y ocultados por el Estado, un episodio que espera que nunca caiga en el olvido con la publicación el próximo martes del informe final de la Comisión de la Verdad.

Vista general del barrio "Horizonte", conocido por su alta taza de población colombiana, el 21 de junio de 2022, en Caracas (Venezuela). EFE/Miguel Gutiérrez

“Es lo más terrible que me ha pasado”, afirma a Efe Aurora, nombre con el que protege su identidad esta mujer que es parte del millón de colombianos desplazados a otros países por el conflicto, según cálculos de la propia Comisión de la Verdad.

Un hombre baja unas escaleras en el barrio "Horizonte", conocido por su alta taza de población colombiana, el 21 de junio de 2022, en Caracas (Venezuela). EFE/Miguel Gutiérrez

Con los desplazados internos suman casi 9 millones durante más de 50 años, como la familia de Aurora, que quedó desperdigada por Colombia cuando la guerrilla los expulsó de sus tierras en el Chocó.

La mayoría de ellos volvió cuando el Gobierno les restituyó sus tierras, “pero esa misma noche la guerrilla vino y los mató a todos, uno tras otro, incluida una embarazada de ocho meses”, relata la mujer, cuya familia paterna quedó “casi exterminada”, solo tres vivos.

De esa matanza, ocurrida hace ya hace unos 20 años, únicamente sobrevivió un niño, el único testigo, al que el Gobierno envió a Estados Unidos con su madre, sin que a ella le diera tiempo de avisar de lo sucedido.

“La guerrilla era la que estaba al margen de la ley, pero cuando el Estado lo tapa, duele más. Es mejor una verdad dolorosa a tiempo que una mentira oculta por años, porque va a doler toda la vida”, comenta Aurora.

ECUADOR, EL MAYOR REFUGIO

Con el conflicto presente desde su nacimiento y cansada de vivir con miedo de salir de casa, Aurora huyó de Cali junto a su hija de 12 años a Ecuador, el escape más cercano y el principal país de refugio para los colombianos que huyen del conflicto.

Si bien Ecuador da refugio oficialmente a unos 57.000 colombianos, el total de desplazados a este país puede ser de 200.000, según advierte a Efe Paola Moreno, portavoz del nodo ecuatoriano de apoyo a la Comisión de la Verdad, cuyo informe incluirá unos 2.100 testimonios de desplazados fuera de Colombia.

En Ecuador, pese a lidiar con la xenofobia a su llegada, Aurora descubrió lo que es vivir sin temores, e incluso encontró a otras víctimas con las que conversar sobre el dolor y ayudarse mutuamente, y así surgió el Colectivo de Exiliados y Refugiados Colombianos en el Ecuador (Cerce).

“Con el pasar del tiempo y las vivencias de otras personas, se aprende y una se hace más fuerte”, dice Aurora, convertida ya en abuela de dos nietos que quiere ver crecer sin amenazas, en un país de paz y amor, y a los que pueda hablar de lo sucedido para crear memoria histórica y que las atrocidades no se vuelvan a repetir.

VENEZUELA, UNA OPCIÓN DE ANTAÑO

Venezuela, uno de los países que históricamente más colombianos ha acogido, vivió en los últimos años un proceso inverso, por el que miles de personas que se refugiaron en Venezuela, como consecuencia del conflicto armado en Colombia, regresaron a su tierra, arrastrando, en muchos casos, a ciudadanos venezolanos en busca de refugio.

Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), cerca de un millón de colombianos que habían elegido Venezuela como país de acogida regresaron a su tierra, a la vez que alrededor de 1.800.000 venezolanos siguieron la misma ruta para hacerse un hueco en Colombia.

No obstante, todavía quedan en el país caribeño unos 5 millones de colombianos, aunque se desconoce cuántos están en condición de refugio.

En su último reporte trimestral (enero-marzo), la Acnur señala que en Venezuela hay un total de 9.339 refugiados de diversos países -sin detallar cuántos son colombianos o de otras naciones-, además de 516 solicitantes de asilo y 30.000 personas “en situación similar a la de los refugiados”.

Entre los colombianos que llegaron a Venezuela huyendo de la inseguridad e intranquilidad generada por el conflicto armado, está Romelia Porras, quien llegó al país caribeño hace 37 años desde la ciudad fronteriza de Cúcuta, en el departamento de Norte de Santander.

Romelia, con un perfil muy distinto al de Aurora, dejó su tierra natal a tiempo, antes de que ningún miembro de su familia fuera víctima de la guerrilla.

Ella fue de las últimas personas de su núcleo familiar en salir del país. Cuando llegó a Venezuela, ya la esperaban su madre, que había dejado Colombia un tiempo antes, sus hermanos y demás allegados.

Casi cuatro décadas después, recuerda cómo su situación mejoró, a pesar de vivir una primera etapa incierta en la que -reconoce- le costó adaptarse.

“Los primeros días siempre (son) fuertes, hasta que nos adaptamos. La adaptación fue poco a poco y luego ya, hoy en día, es como si fuese la segunda patria”, dice Romelia, quien asegura que, a pesar de que Venezuela ya no es lo que era, no volverá a vivir a Colombia.

En su recuerdo, permanece la guerrilla como un factor que, fundamentalmente, generaba inseguridad y afectaba a la economía del país y al funcionamiento normal de las empresas y desempeño de los trabajadores, lo que, en su opinión, llevó a muchos colombianos a emigrar en busca de una vida mejor, por lo que, aun sin ser víctimas directas, sí lo fueron de manera colateral.

“Se hablaba mucho de la guerrilla, muchos problemas sobre eso (…) había mucha inseguridad. Eso era un factor para uno…era inseguro para uno, como persona, para todas las cosas en general”, dice Romelia tímidamente y sin querer profundizar en el tema.

Su rostro y su voz se transforman al rememorar la Venezuela próspera a la que llegó, la misma que vio nacer a su hijo y en la que siente tanto arraigo como desarraigo de su tierra natal, a la que regresa “de vez en cuando”, pero solo de visita.

Fernando Gimeno y Sabela Bello

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