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Buenos Aires, 28 mar (EFE).- La pérdida de poder adquisitivo hará que este año el consumo caiga un 10 % en Argentina, en un contexto en que el Gobierno del libertario Javier Milei liberó los precios y redujo los subsidios en los servicios públicos, acelerando la inflación y obligando a los argentinos a cambiar de hábitos.

Esta es la proyección que hace para EFE la gerente de Customer Success Analytics de Sudamérica de NielsenIQ, Romina Lucanera, quien explica que Argentina ya registró caídas “muy fuertes” en el consumo en diciembre y enero pasados, que treparon a un 18,9 % interanual en febrero último, cuando la inflación mensual fue del 13,2 %.

La caída en los volúmenes consumidos es generalizada, pero fue “más fuerte” en bebidas alcohólicas (-30 %) y también alcanzó a los alimentos básicos (-13 %).

La proyección de esta compañía de inteligencia del consumidor es que en el primer cuatrimestre la caída del consumo se mantenga en un 18 %, que en abril quede en un 14 % y que, a medida que la inflación mensual se vaya a un dígito, las caídas del consumo también sean de un dígito.

“Por más que salimos de un abril en donde la inflación sea de un dígito, no se va a recuperar la pérdida de poder adquisitivo”, prevé Lucanera, que espera una “contracción de todo el año del consumo”.

“Recién hacia diciembre esperamos que (el consumo) se aplane y tienda a cero, pero en 2024 no vemos en ningún momento como un rebote”, explica.

Hacia 2025, se esperan números positivos interanuales de consumo, teniendo en cuenta que parte de una base bastante baja.

 

Una mujer organiza los productos de un almacén, en Buenos Aires (Argentina), en una fotografía de archivo. EFE/Enrique García Medina

Migración

Clientes realizan sus compras en Buenos Aires (Argentina), en una fotografía de archivo. EFE/Juan Ignacio Roncoroni

Los argentinos no sólo acotan el gasto a lo más básico, sino que se mueven hacia marcas de menor precio, de las cuales el papel higiénico, el azúcar, el aceite y los pañales crecen a doble dígito.

“Vamos a tener como una migración de consumo de las actividades que hacía fuera del hogar al hogar, porque quizás ya no puede ir seguido al cine o a comer afuera y entonces se da como su gustito en casa; la realidad es que igual va a estar restringiendo bastante su consumo”, explica la experta.

Una familia de cuatro personas ahora reemplaza comer en un restaurante o ir al cine por un plan hogareño con pochoclo (palomitas de maíz) y comprando refresco de cola, mientras que los jóvenes van menos a boliches (bares de copas) y consumen bebidas en casa.

“Se empieza a ver cómo el consumidor va a comprar tamaños más chicos, porque va comprando lo que se le acaba”, por lo que hay muchas categorías de productos o bien de marcas que dejan de ofrecerse en los almacenes y autoservicios, afirma Lucarena.

Se observa que los almacenes -unos 140 mil en todo el país- están reduciendo el surtido de marcas y ofrecen la marca que más salida tiene.

Nueva era

El Gobierno de Milei, que comenzó el 10 de diciembre pasado, aplica un ajuste fiscal para lograr el equilibrio de las cuentas públicas este año, desde un rojo heredado de un 6 % del PIB, para bajar la inflación, que igualmente trepó al 276,2 % anual en febrero pasado; mientras elimina los controles de precios en supermercados y ‘sincera’ las tarifas de servicios públicos -antes subsidiadas.

El resultado es la caída en el poder adquisitivo de los consumidores del 7 %, según NielsenIQ.

La “expectativa” de la gente “no es muy positiva” en cuanto a la inflación, según el análisis: un 62 % considera que los altos precios son su principal preocupación.

Los empresarios se adaptan a esas caídas del consumo.

El llamado ‘canal moderno’ (el que permite acceso directo a los productos, como las grandes superficies) estaba perdiendo mucha rentabilidad con los controles de precios que aplicaba el Gobierno del peronista Alberto Fernández (2019-2023), pero la recuperó desde que Milei liberó los precios en diciembre y se equipararon a otras modalidades de venta.

Los comercios “empiezan a buscar otras estrategias” para atraer a la demanda, como ofrecer “tamaños más chicos” o revisar el portafolio de marcas para destacar las más económicas y acercarse al consumidor, afirma Lucarena.

Los supermercados -unos 3.500 en todo el país- resisten por dinámicas promocionales para traccionar un poco el consumo.

Argentina se diferencia de la región -también bajo inflación en los últimos dos años, con la consiguiente “contracción” del consumo- en que su población perdió en los últimos 15 años 25 puntos de poder adquisitivo, explica la analista.

“Nosotros vivimos en una crisis constante”, concluye.

Verónica Dalto

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