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Leticia (Colombia), 12 may (EFE).- El río Putumayo, en quechua “putu mayu”, que significa “río que nace donde crecen las plantas cuyos frutos son usados como vasijas”, fue el escenario de una expedición que reunió a 47 científicos de Colombia y Perú para buscar posibles nuevas especies de la naturaleza que hoy son analizadas en los laboratorios para entregar el reporte final.

Fotografía cedida por Catalina Giraldo que muestra a investigadores de un proyecto binacional entre Colombia y Perú en el río Putumayo. EFE/ Cortesía Catalina Giraldo

Del 9 de abril al 1 de mayo los científicos se adentraron en las aguas y en la selva que rodea un sector de la cuenca media del río Putumayo, ubicado en los departamentos de Amazonas (Colombia) y Loreto (Perú).

Durante los días y noches que duró la Expedición Binacional a la Biodiversidad de la Cuenca del Río Putumayo, estos expertos hicieron muestreos de campo de diferentes grupos biológicos de flora y fauna para fortalecer las colecciones ya existentes y, en el mejor de los casos, descubrir nuevas especies que permitan ampliar la información de la Amazonía de cada país.

No fue fácil, pues el Putumayo es un largo río amazónico que nace en el Nudo de los Pastos, ubicado en plena cordillera de Los Andes, de Colombia, y desemboca en el río Solimões, en Brasil.

En su recorrido, de 1.813 kilómetros de longitud, el río Putumayo forma la frontera natural entre Colombia, Perú y Ecuador, y se convierte en una vital arteria para el transporte fluvial al ser navegable en buena parte de su extensión.

EXPECTATIVA BINACIONAL

Colombia y Perú comparten un tramo de 1.330 kilómetros lineales de la zona fronteriza en el río Putumayo, una de las regiones más alejadas de los centros poblados de las dos naciones con un importante potencial biológico.

Allí, dijo a Efe Luz Marina Mantilla, directora general del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI, de Colombia, “esperamos que haya especies nuevas para la ciencia, buscar las que tengan algún nivel de amenaza y hallar otras con un primer reporte en la Amazonía”.

Lo que se hizo, explicó Mantilla, “fue ubicar una zona que tuviera la menor cantidad de información en la oferta de las especies para estudiarla y poder así cuidar binacionalmente al río Putumayo”.

Esta primera expedición es un hito en el desarrollo de los acuerdos adquiridos en el Pacto de Leticia por la Amazonía, firmado en 2019 por los Gobiernos de la cuenca del Amazonas como un compromiso político internacional para la preservación del bioma.

Además del SINCHI, del desarrollo técnico de la expedición hicieron parte el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), y se contó con el acompañamiento por parte de Colombia de las universidades Nacional y del Valle, y de la Universidad Mayor de San Marcos, de Perú.

Sin importar que la temperatura de la zona oscilara entre los 23 y 31 grados centígrados, y que la humedad propia de la Amazonía hiciera agotadoras las jornadas, los científicos recorrieron palmo a palmo, y sin descanso, la zona.

Sabían que la misión era fortalecer el acervo de información de las colecciones biológicas para ayudar a que las comunidades locales profundicen el conocimiento sobre los recursos que poseen.

Y es que, ahondó Carmen Rosa García, presidenta ejecutiva del IIAP, “cuando pensamos en la Amazonía no debemos hacerlo en escala local. Por eso, la Expedición Binacional está diseñada pensando en la Amazonía como bioma que actúa en forma conjunta y que demuestra que nuestras relaciones sur y sur son eficaces a nivel científico”.

De hecho, sostuvo, “tenemos que darle a esta región un valor sostenible de los recursos naturales. Sabemos que nuestro material va a permitir tomar decisiones informadas”.

TRABAJO DE CAMPO Y LABORATORIO

Los colombianos de la expedición se centraron en analizar los grupos biológicos de reptiles, anfibios, aves, pequeños mamíferos, grandes mamíferos, mariposas, arácnidos, hormigas, termitas, peces y plantas.

Mientras tanto, los especialistas peruanos se encargaron del grupo de hongos y de realizar una caracterización socioeconómica de las diferentes comunidades que habitan el área seleccionada.

Recién llegado de la expedición, José Rances Caicedo, investigador del grupo de fauna del SINCHI, comentó a Efe que el sitio en donde estuvieron “es plano y con pequeñas ondulaciones. Alrededor de las comunidades indígenas hay cultivos, al adentrarse está la selva de bosque firme, que es aquella que no se inunda, y más al interior está el bosque maduro, poco intervenido por el hombre y con árboles de 30 y 40 metros de altura”.

Ahora, en la fase de laboratorio la tarea consiste en catalogar cada especie que registraron, identificarlas por medio de bibliografía científica y contactar con expertos mundiales para poder establecer si se trata de animales o plantas que solo existen en Colombia o en Perú, o si están presentes en ambos países.

También, “tenemos la esperanza de poder dar a conocer nuevas especies porque lo maravilloso de salir a estas zonas, sobre las cuales se tenía muy poca información científica, es que se puede validar la condición que tenemos como países con una enorme biodiversidad”, sostuvo Caicedo.

Por el momento, se sabe que en el grupo de aves se halló un nuevo registro para Colombia, que ya hacía presencia en Perú.

De murciélagos encontraron especies poco conocidas y al parecer algunas pueden ser nuevas.

También, en el grupo de anfibios y reptiles reportaron una gran diversidad de ranas y especies icónicas para la Amazonía como las verrugosas, que son las serpientes venenosa más grandes de América, y anacondas.

El informe final de la expedición, que se convertirá en un documento de consulta, se entregará a principios de 2023 cuando los científicos colombianos y peruanos volverán al río Putumayo para presentarlo a las comunidades y tener la oportunidad de seguir aprendiendo juntos sobre el valor que tiene la gran biodiversidad y riqueza que hay en ese territorio.

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