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Los brasileños Malcom, Rafinha, Arthur y Coutinho, en un entrenamiento con el Barcelona ENRIC FONTCUBERTA(EFE).

La dirección deportiva del Barcelona, comandada por Pep Segura, está siempre pendiente de un avanzado programa de Big Data. Con las estadísticas en la mano, piensan los ejecutivos, es relativamente sencillo avanzarse a lo que pueda ocurrir en el futuro. Por ejemplo, el descalabro del filial la temporada pasada. Sirven también los algoritmos para controlar que los diferentes equipos del club no se alejen demasiado del llamado estilo Barça.

Para los actuales rectores del fútbol barcelonista, eso sí, hay dos parámetros que resultan clave. El primero, el de la posesión efectiva. Es decir, que no haya otro fin que el disparo. Sin perder de vista, también, el balance de balones recuperados/perdidos. No sólo eso. Si hay un futbolista al que no se le dé bien algo en concreto -por ejemplo, el remate de cabeza-, éste lleva a cabo un refuerzo especial en el entrenamiento.

Viene a cuento la explicación ante el convencimiento del departamento de Segura de la necesidad de que los futbolistas sean lo más versátiles posibles. Cuantas más cosas hagan, mejor. De ahí su insistencia en la contratación del centrocampista del PSG Adrien Rabiot, por quien volverá a pujar en el próximo mercado de invierno. No es tiempo para especialistas. Por ello, Arthur Melo -centrocampista del que el anterior secretario técnico, Robert Fernández, quedó prendado en su día-, es una rara avis en este Barcelona. Llegó el pasado verano coincidiendo, qué cosas, con la salida de Joan Vilà, director de metodología y referente en el desarrollo y conservación del modelo cruyffista.

Arthur es un chico discreto de 22 años, risueño y bajito. Mide 1’71m. A poco de comenzar el pasado Mundial de Brasil sufrió un buen chasco al descubrir que Tite, el seleccionador, no lo reclutaría para la lista definitiva. El mediocentro de Goiânia no casaba con esa estructura de hormigón en la zona ancha en la que Casemiro y Paulinho, músculo, testosterona y patas de palo, formarían en el doble pivote. El nuevo paradigma.

Ganar masa muscular

No hay dudas en el Barcelona respecto a los motivos que llevaron a contratar a Arthur. El pie y la cabeza del ex futbolista de Gremio remiten a un ADN en peligro de extinción en el Camp Nou. Temple y gobierno a partir del juego de posición. Xavi Hernández bendijo su llegada desde Qatar. Y el propio Arthur tiró de carácter al escoger el dorsal de su referente futbolístico, el número ocho dejado por Andrés Iniesta. Su gran misión es ahora ganarse la confianza de Ernesto Valverde en una plantilla en la que 10 de los 23 futbolistas con dorsal del primer equipo pueden ejercer de centrocampistas. Con el imberbe Riqui Puig, además, aguardando su oportunidad en las galeras de la Segunda división B.

En el Barcelona, sin embargo, mantienen que el nivel físico de Arthur Melo todavía no es el adecuado para competir con plenas garantías en el fútbol europeo. El reto pasa por ganar masa muscular cuanto antes.

De hecho, Valverde aún no le ha confiado un encuentro completo. En la Supercopa de Tánger, el brasileño, dada su buena pretemporada, formó como titular junto asu buen amigo Rafinha, cuya continuidad ha sido una bendición para Arthur. Jugó 53 minutos. Aunque su presencia ha sido irrelevante en los dos partidos de Liga disputados. Apenas 13 minutos en el estreno en casa contra el Alavés y ya sin participación alguna entre los socavones de Zorrilla. En Valladolid, cuando la noche parecía torcerse para los azulgranas, Valverde priorizó el músculo de Arturo Vidal.

El técnico del Barça es poco amigo de las pruebas. Sea quien sea el rival. Esta tarde asoma ese Huesca de Leo Franco que ha ganado cuatro de los seis puntos en disputa. Cuestionado Valverde por el momento en que los cuatro nuevos fichajes comenzarán a ser activados de inicio, el entrenador fue claro:«Haremos un equipo para ganar». Nada es más importante que el pragmatismo en esta etapa.

 

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