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WASHINGTON DC, 13 ABRIL.- El aporte de los inmigrantes a la economía de Estados Unidos es evidente en historias como la de Luisana Silva, quien dejó atrás la crisis en Venezuela para encontrar trabajo en Carolina del Sur. Su experiencia ilustra el papel crucial que juegan los recién llegados en el mercado laboral estadounidense, un factor que ha sido clave en la resiliencia económica del país frente a desafíos como el aumento de las tasas de interés y la inflación.

Silva, de 25 años, junto con su esposo y su hija, emprendieron un viaje peligroso a través de las selvas del Tapón del Darién en Panamá, pasando por México y finalmente entregándose a las autoridades fronterizas en Texas en busca de asilo. Ahora, con un permiso de trabajo, contribuye activamente a la economía estadounidense trabajando en una empresa de alfombras en Carolina del Sur.

Este relato no es único. La llegada de millones de inmigrantes, ya sea con estatus legal o no, ha aumentado significativamente la disponibilidad de trabajadores en un momento en que muchas empresas enfrentaban escasez de mano de obra. Esta afluencia ha sido una respuesta efectiva a la demanda laboral, permitiendo que la economía continúe creciendo a pesar de las políticas restrictivas de la Reserva Federal para controlar la inflación.

La historia de Silva refleja la determinación y la contribución positiva de los inmigrantes al tejido económico y social de Estados Unidos, destacando su papel como impulsores clave del desarrollo económico y la diversidad laboral en el país.

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