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La carrera por la Presidencia en Brasil llegó a su recta final. El próximo 7 de octubre los brasileños saldrán a las urnas a elegir a su nuevo presidente en unas elecciones que prometen ser parejas. Aunque nada está dicho, se anticipa que la pelea será entre Jair Messias Bolsonaro, exmilitar de extrema derecha con un apoyo del 28 % según los últimos sondeos, y Fernando Haddad, designado por la izquierda brasileña en representación del inhabilitado Luiz Inácio Lula Da Silva y quien cuenta con 22 % de la intención de voto.

A solo días de que termine la campaña, los ojos de Brasil y del mundo entero están puestos sobre la candidatura de Bolsonaro, un hombre aclamado e idolatrado por sus seguidores y repudiado por sus opositores. De amores y odios, el candidato de derecha ha logrado ser considerado en las últimas semanas el favorito para ganar en la primera vuelta presidencial, y gran parte de su éxito, de acuerdo con expertos, está en el manejo que ha dado a sus redes sociales.

El exmilitar conservador se presenta como un outsider, es decir, alguien que no hace parte de la política tradicional. Una estrategia que en 2016 le funcionó, por ejemplo, al hoy presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, para cautivar votantes cansados del establecimiento.

Pero, a diferencia de Trump, Bolsonaro, quien no cuenta con un gran partido que lo apoye económicamente (hace parte del Partido Social Liberal, un movimiento pequeño), es consciente de esta debilidad y le ha apostado a internet, un territorio en el que está en igualdad de condiciones con la maquinaria tradicional.

El militar retirado es el político de la actual contienda electoral en Brasil con mayor presencia en Facebook, con cerca de 6 millones de seguidores, 2,5 millones más que cualquier otro candidato presidencial y ocho veces más que el actual mandatario, Michel Temer. Sus números en Instagram y Twitter son sorprendentes (3,5 millones y 1,5 millones, respectivamente) y sobrepasan a los de, por ejemplo, Fernando Haddad, el elegido del Partido de los Trabajadores, quien cuenta con apenas 650.000 en Facebook, 632.000 en Twitter y 350.000 en Instagram.

Quienes han estado cerca de la campaña de Bolsonaro cuentan que los ocho ayudantes con los que trabaja pasan horas pensando el contenido para sus redes, el cual se distribuye a través de los grupos de Whatsapp, Twitter y Facebook. Según Brian Winter, editor de la revista Americas Quaterly y quien estuvo un día en las oficinas del candidato de derecha, las publicaciones que se envían son, en su gran mayoría, videos de Bolsonaro sonriendo, vitoreado por jóvenes, “con un tono desafiante, pero inclusivo, permeado por el patriotismo”.

“Bolsonaro sabe muy bien utilizar las redes sociales, conoce el lenguaje que tienen. Usa frases cortas de efecto apelativo, crea polémica, habla lo que piensa, es un showman”, explica Esther Solano, doctora en ciencias políticas y profesora de la Universidad Federal de São Paulo a la BBC.

En estas plataformas y en sus discursos, Bolsonaro ha relacionado exitosamente a la corrupción y la creciente inseguridad con los mandatos de izquierda que gobernaron el país durante 12 años. Un mensaje que ha tenido eco en un país con más de 60.000 homicidios por año y donde la economía se ha desacelerado casi 10 % en cuatro años.

“La derecha, que siempre fue el establecimiento, comenzó a mostrarse como crítica al sistema, como si estuviera fuera de él y fuera la solución a los problemas”, explica el profesor Moyses Pinto Neto, de la Universidad Luterana do Brasil.

El preferido de los jóvenes

El mensaje de Bolsonaro ha cautivado sobre todo a las juventudes, una situación que ha causado gran sorpresa en Brasil por su discurso militarista, que ha sido calificado como xenófobo, racista y retrógrado por sus críticos. Propuestas como armar a la ciudadanía o darles inmunidad a los militares para disparar a quien sea considerado sospechoso han encendido las alarmas de diferentes organizaciones sociales, pero eso no les importa a muchos de sus votantes, que en su mayoría son menores de 30 años.

“Vi a Bolsonaro por primera vez en 2014, en un video en Facebook. (Él) no dice las cosas para agradar al pueblo o para parecer políticamente correcto”, dijo Jessica Melo da Silva, de 19 años, residente de Belém, a la BBC. “Jair dice lo que piensa y eso incomoda a las personas”, explicó por su parte Gabriel, un joven que vive en Mesquita, en la Baixada Fluminense, un suburbio de Río de Janeiro.

El 60 % de los electores de Bolsonaro tienen entre 16 y 34 años. De ellos, el 30 % tiene menos de 24 años. El porcentaje es significativo en comparación con la atracción al público joven de sus principales competidores: el 45 % de los que dijeron votar por la izquierda tienen menos de 34 años. Además, según Ibope, el 90 % de los electores de Bolsonaro son usuarios activos de las redes.

Pero, aunque todavía es difícil relacionar directamente unas redes exitosas con un buen resultado final en unas elecciones, casos como el de la injerencia rusa en los comicios presidenciales de Estados Unidos de 2016, en los que se acusa a Moscú de haber persuadido a los votantes a votar por Trump, demuestran que internet es un lugar al que la política cada vez le presta más atención. Por eso, de alguna forma, para el próximo 7 de octubre, Jair Bolsonaro parte con ventaja.

 

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