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Madrid, 12 jul (EFE).- Después de seis meses de intensos preparativos, el telescopio James Webb ha revelado una serie de cinco fotografías de “una belleza excepcional que convierten la ciencia en poesía” y que suponen el primer paso de una revolución de “una magnitud difícilmente cuantificable”, afirma el astrónomo español David Barrado Navascués.

Imagen del borde de una región cercana y joven donde se forman estrellas, llamada NGC 3324, en la Nebulosa de Carina, que se asemeja a un paisaje de "montañas" y "valles" salpicados de estrellas brillantes. EFE/EPA/NASA, ESA, CSA, and STScI HANDOUT MANDATORY CREDIT: (NASA, ESA, CSA, and STScI) HANDOUT EDITORIAL USE ONLY/NO SALES

Se siente “emoción contenida, casi diría que todo el proceso ha sido como una excelente novela dramática, con planteamiento, nudo y desenlace”, indica a Efe este científico del Centro de Astrobiología (CAB), del CSIC y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, quien subraya: con el Webb “empezaremos a comprender el ritmo y la melodía” del universo.

Imagen captada por el telescopio espacial James Webb del Quinteto de Stephan, un conjunto de cinco galaxias, de las que cuatro interactúan, ubicado a 290 millones de años luz. EFE/EPA/NASA, ESA, CSA, and STScI HANDOUT MANDATORY CREDIT: (NASA, ESA, CSA, and STScI) HANDOUT EDITORIAL USE ONLY/NO SALES

Barrado está en el equipo del CAB que ha contribuido durante más de veinte años al desarrollo y puesta a punto de dos instrumentos del telescopio, los espectrógrafos NIRSpec y MIRI. Ahora iniciarán varios programas científicos con el Webb que permitirán avanzar en la exploración de nuestros orígenes cósmicos o en la formación de sistemas planetarios.

El astrónomo español David Barrado Navascués señala que con el telescopio James Webb se empezará a "comprender el ritmo y la melodía" del universo. EFE/Pedro Carrillo/Imagen facilitada por el propio investigador.

Todos ellos, “pasos esenciales para que algún día contestemos a la pregunta esencial: ¿estamos solos en este inmenso y extraordinario cosmos?”.

PREGUNTA: Después de tanto tiempo, ¿qué se siente al ver las primeras imágenes del Webb?

RESPUESTA: Emoción contenida, casi diría que todo el proceso ha sido como una excelente novela dramática, con planteamiento, nudo y desenlace, pero extendido a lo largo de mucho tiempo. En mi caso, he estado involucrado en la misión desde hace veinte años y ha habido muchos altibajos, con numerosos retrasos e incertidumbres.

P: ¿Los investigadores del Webb han tenido acceso a ellas antes? Elija una imagen.

R: Solo las personas directamente involucradas en los procesos de calibración de los instrumentos han tenido acceso a las imágenes con antelación. Los demás investigadores hemos estado en igualdad de condiciones al resto de la humanidad: las hemos visto al mismo tiempo.

De toda esta “poesía hecha imágenes”, si tuviera que elegir una me quedaría con la de la Nebulosa del Anillo del Sur, en la que se observa una estrella más tenue y moribunda, “el último suspiro”.

P: Vistas estas, ¿cuánto y cómo de diferentes son respecto a las del Hubble?

R: El Hubble y el Webb son dos telescopios espaciales muy distintos. Se diferencian tanto en el tamaño del espejo primario -segmentado en el caso del segundo-, lo que tiene implicaciones sobre la capacidad de recolectar fotones (luz), como en la localización (…) Pero sobre todo la instrumentación es muy distinta. El resultado final es que la capacidad de detectar diversos fenómenos está muy mejorada en el Webb.

Por poner una analogía algo extrema, es comparar una cámara fotográfica de los años 50, de gran calidad pero lenta, con una cámara digital actual. Así, nuestra capacidad de analizar diversos fenómenos astrofísicos se ha incrementado de una manera exponencial. Es como ver un paisaje a través de una neblina y que, de pronto, esta se levante y luzca un sol magnífico.

P: Ahora empieza la misión científica propiamente dicha, ¿qué supondrán los datos del Webb para la astronomía?

R: Aunque se repite con frecuencia, no deja de ser cierto. Va a ser una revolución científica de una magnitud difícilmente cuantificable ahora. Supondrá un cambio de nuestros paradigmas, de la forma que vemos el universo, de la interpretación de los diversos fenómenos astrofísicos. Pero será un cambio pausado, por etapas.

El Webb, que además nos muestra los múltiples peligros cósmicos pero también la belleza salvaje del universo, funcionará aproximadamente durante una década, con suerte algo más, y los datos se irán desgranando y analizando de manera pausada, como se hace la buena ciencia. Habrá imágenes y resultados espectaculares.

Por ejemplo, los estudios de las atmósferas de los exoplanetas, como el caso de WASP-96 b, requieren unas comparaciones y un análisis de gran complejidad. El espectro que ahora se presenta es solo el punto de partida de un proceso que nos llevará a entender cuál es la composición química de la atmósfera del planeta, muy masivo y caliente, y sus propiedades físicas.

El Webb nos proporciona la herramienta adecuada para ir mucho más allá. El lema del escudo español está vigente: siempre es Plus ultra.

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