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Tokio, 2 jun (EFE).- El gobierno local de la prefectura japonesa de Shimane aprobó hoy reactivar uno de sus reactores nucleares, del mismo tipo que los de la accidentada planta de Fukushima, y que podría ser el primero de ese tipo en entrar en funcionamiento desde el desastre.

La decisión fue comunicada este jueves por el gobernador de la prefectura del oeste de Japón, Tatsuya Maruyama, durante una sesión de la asamblea regional, y afecta a la segunda de las tres unidades de la planta nuclear de Shimane, propiedad de la compañía eléctrica Chugoku Electric Power, que se sitúa en la ciudad de Matsue.

La eléctrica aspira a reactivar la unidad en 2023 como pronto. El reactor número 3 de las instalaciones está en evaluación, mientras que se ha decidido que el 1 será desmantelado, según la Federación de Compañías Eléctricas de Japón (FEPC).

Hasta ahora los reactores que se han reactivado son de agua a presión (PWR), mientras que el de Shimane, de agua en ebullición (BWR), es del mismo tipo que los que sufrieron fusiones parciales en la central de Fukushima Daiichi tras el terremoto y tsunami de 2011.

“Debemos respetar las decisiones de la autoridad reguladora nuclear siempre y cuando se superen las nuevas normativas”, dijo hoy en una rueda de prensa el portavoz del Gobierno, Hirokazu Matsuno, quien también señaló que este tipo de energía es “importante” en un contexto de oferta limitada y subida del precio de los combustibles.

La aprobación a nivel gubernamental de la reactivación del reactor se produce dos días después de que un tribunal paralizara la puesta en marcha de una planta atómica en Hokkaido (norte), un nuevo revés judicial para los planes del Gobierno de ampliar la generación de energía atómica tras el apagón posterior a la crisis de Fukushima.

Los planes y aprobaciones para reactivar los reactores 3 y 4 de la central de Oi (oeste) y la planta de Tokai (centro) fueron también frenados por la vía judicial en años recientes.

Japón entró en un “apagón nuclear” tras el accidente de la central de Fukushima Daiichi desencadenado por el fuerte terremoto y el devastador tsunami del 11 de marzo de 2011.

El Gobierno y el regulador nuclear nipón establecieron criterios de seguridad más estrictos a raíz de la crisis de Fukushima, que obligaban a todas las plantas del país a suspender sus operaciones hasta atenerse a los nuevos estándares.

Japón reanudó en 2015 su primer reactor tras la crisis. Desde entonces, diez han vuelto a operar, ocho han obtenido permiso (contando el de hoy) y diez están bajo inspección. Otros ocho no han iniciado las solicitudes y 21 han sido desmantelados.

Dos reactores de agua en ebullición de la planta de Kashiwazaki-Kariwa, uno de la de Onagawa y el de Tokai han recibido el visto bueno para operar, pero ninguno ha sido reactivado por el momento.

Esto dificulta el objetivo del Ejecutivo nipón de que las plantas atómicas aporten entre el 22 y el 24 % de su mix energético para su meta de descarbonización para 2030.

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