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La canciller alemana, Angela Merkel, durante una entrevista el domingo en la cadena pública alemana, ARD. TOBIAS SCHWARZ AFP

El inicio de curso político en Alemania viene cargado de propuestas por parte de una gran coalición que experimenta un creciente desgaste frente al avance de los extremistas y que se ha visto paralizada en los últimos meses por agudas crisis internas. La gran coalición quiere ahora demostrar que vuelve a reinar la paz y que es capaz de actuar y de ofrecer mejoras tangibles a los ciudadanos. Las diferencias entre los partidos de Gobierno siguen siendo sin embargo profundas.

Los tres partidos miembros del Ejecutivo –los dos del bloque conservador (CDU/CSU) y los socialdemócratas (SPD)- negocian un paquete de reformas que afectarán al sistema de pensiones, al mercado laboral y a la inmigración entre otros grandes temas. “La gran coalición adoptará en las próximas semanas importantes decisiones sobre las pensiones, el seguro de desempleo, el precio de los alquileres y la ley de migración”, adelantó el ministro de Interior y líder bávaro, Hoorst Seehofer, en una entrevista televisada el domingo por la cadena ZDF.

Los partidos de la gran coalición son conscientes de que de celebrarse hoy las elecciones generales ya no serían capaces de sumar la mayoría para formar Gobierno, según reflejan las encuestas. En esta legislatura aspiran a contrarrestar la retórica populista con hechos y resultados concretos, pero el camino para alcanzar consensos políticos está plagado de previsibles desencuentros.

Los socialdemócratas pelean para que las nuevas políticas tengan una clara impronta social, pero la canciller, Angela Merkel, ya adelantó el domingo cierto desacuerdo con dos de las iniciativas socialdemócratas. Lo hizo durante la entrevista concedida a la cadena de televisión alemana ARD, en la que dijo oponerse a un aspecto de la propuesta sobre el sistema de pensiones del SPD y a la posibilidad de que demandantes de asilo rechazados acaben integrados en el mercado laboral alemán en virtud de una nueva ley de inmigración.

El sábado por la noche, los líderes de los tres partidos miembros de la gran coalición se reunieron para avanzar en las negociaciones sobre las pensiones y también sobre posibles reformas del mercado laboral sin que de momento hayan trascendido avances. “Vamos por el buen camino”, indicó Merkel el domingo en la entrevista televisada. La canciller tiene programada una cena de trabajo el próximo martes con la líder del SPD, Andrea Nahles.

El SPD pide asegurar el nivel de las pensiones hasta 2040, mientras que el pacto que rige la actual coalición de Gobierno asegura las pensiones hasta 2025. La propuesta implicaría un gasto adicional, que conservadores de la coalición rechazan. El SPD ha sugerido que una tasa sobre las transacciones financieras podría contribuir a sufragar el gasto. Sobre la mesa figura también una ampliación del seguro de desempleo, una reforma del sistema de cotización de las madres, de los agricultores y la política de alquileres entre otros asuntos.

“No debemos avivar la inseguridad con un debate de este tipo. La situación de las pensiones es buena gracias a la buena marcha del mercado de trabajo”, dijo Merkel en alusión al objetivo de 2040. Seehofer por su parte propuso esperar a los resultados de una comisión de expertos antes de decidir sobre las jubilaciones.

Pero lo cierto es que los políticos alemanes cuentan con un amplio margen de maniobra. Las últimas cifras publicadas esta semana indican que Alemania ha registrado un superávit récord en el primer semestre del año, equivalente al 2,9% del PIB, es decir, 48.100 millones de euros. Esas cifras son las más elevadas desde la reunificación alemana en 1990.

Los partidos alemanes negocian también una nueva ley de inmigración con la que pretenden dar respuesta a la falta de trabajadores cualificados, que según el propio Gobierno, se ha convertido en una seria amenaza para la economía nacional y que se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los empresarios. Los datos oficiales hablan ya de 1,2 millones de puestos de trabajo sin cubrir por falta de mano de obra.

Los socialdemócratas proponen además que los demandantes de asilo cuya solicitud haya sido rechazada, pero que sin embargo estén bien integrados y tengan trabajo puedan incorporarse con la nueva ley al mercado laboral. Merkel no ve con bueno ojos esta medida, porque según explicó el domingo en la entrevista televisada, semejante posibilidad enviaría el mensaje de que se puede venir como demandante de asilo y luego cambiar al “carril” de migrante económico.

La llegada de más de 1,2 millones de refugiados a Alemania desde 2015 ha dado pie a una profunda crisis política y al fortalecimiento de la extrema derecha, convertida ya en la primera fuerza de la oposición en el Parlamento alemán. Los conservadores bávaros, que a mediados de octubre se juegan su mayoría absoluta en las urnas han endurecido sus posiciones en materia migratoria, temerosos del avance de los extremistas.

 

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