Argentina ha pasado de la depresión más profunda a la euforia moderada. La inminencia de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que, se espera, despeje de una vez por todas la amenaza de una cesación de pagos, ha dado aire a la economía del país sudamericano. El Gobierno de Mauricio Macri coronó la semana con una apreciación del peso, que recuperó más de 5% frente al dólar desde el lunes, y siete días de subidas consecutivas en la bolsa de valores. El lunes se sabrá si sólo se trató de una tregua a una larga lista de datos macroeconómicos negativos.
El rumor de que el acuerdo con el FMI estará listo la próxima semana bastó para calmar la presión sobre el peso, que desde el lunes recuperó más de 5% de su valor. Si el lunes hicieron falta poco más de 40 unidades para comprar un dólar, el viernes bastaron 38,30 pesos.
El mercado bursátil acompañó el cambio de clima. Las acciones de las grandes empresas que cotizan en la bolsa de Buenos Aires se revalorizaron en 6.300 millones de dólares durante la última semana, según un cálculo del diario La Nación. Fue al menos un cambio de tendencia que no habilita aún un festejo, porque los accionistas perdieron desde diciembre del año pasado 40.000 millones de dólares.
Macri ha querido capitalizar el optimismo y prometió, una vez más, que el futuro será mejor. “Vamos a tener que poner el hombro unos meses, pero estamos saliendo definitivamente de estas tormentas, viendo que el mundo no tenga tormentas nuevas, y eso significa que de a poco nos vamos a ir recuperando”, dijo, luego de una reunión con sus ministros en la residencia de Olivos. Que las promesas de Macri se cumplan dependerán de la alineación de varios planetas. El acuerdo con el FMI será indispensable para calmar a los mercados, pero será inviable si Argentina no logra reducir el déficit. Los mercados piden al país sudamericano evidencias de que está dispuesto a reducir su dependencia crónica del dinero externo. Y es en este punto donde entra la política.
Macri envió la semana pasada al Congreso un proyecto de presupuesto que prevé importantes recortes de gastos, muchos de los cuales afectarán a provincias administradas por opositores peronistas. Los gobernadores dieron su apoyo a los recortes, pero sólo en líneas generales. La letra chica se discute ahora entre legisladores que responden a esos poderes territoriales y de su voto dependerá que sea ley el presupuesto que Argentina ofrece al FMI.