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Nueva York, 10 de mayo de 2024 – En una sesión histórica, la Asamblea General de Emergencia de las Naciones Unidas votó decididamente a favor de la incorporación del Estado de Palestina como miembro pleno de la organización. Con 143 votos a favor, 25 en contra y 9 abstenciones, la resolución que insta al Consejo de Seguridad a reconsiderar el veto de Estados Unidos ha marcado un punto de inflexión en las relaciones internacionales y el futuro político de Medio Oriente.

Antes de la votación, Riyad Mansour, representante de Palestina ante la ONU, realizó un apasionado discurso solicitando el apoyo internacional. “Queremos la libertad y la justicia para la paz,” afirmó Mansour, quien también criticó las acciones de Israel en la Franja de Gaza, calificándolas de masacres, y acusó a Israel de negar la existencia del pueblo palestino.

En respuesta, Gilad Erdan, el embajador de Israel, condenó vehementemente la votación, argumentando que legitimaría a Hamas, a quien describió como una entidad terrorista. “Hoy van a promover un estado terrorista palestino,” declaró Erdan, en un discurso que también hizo referencia al recuerdo del Holocausto. “Están otorgando privilegios y derechos al futuro estado terrorista de Hamas, a los Hitler de nuestro tiempo,” agregó, refiriéndose a Yahya Sinwar, líder de Hamas en Gaza, como potencial presidente de Palestina.

La resolución, copatrocinada por más de 40 países incluyendo naciones de América Latina como Brasil, Bolivia y Chile, así como potencias globales como China y España, refleja un complejo entramado de apoyos geopolíticos que van más allá del tradicional eje árabe-israelí. Países como Jordania, Qatar, Arabia Saudita y Sudáfrica también se contaron entre los patrocinadores, evidenciando un amplio respaldo a la causa palestina.

La decisión de la Asamblea General plantea desafíos significativos para el futuro del proceso de paz en Medio Oriente, especialmente teniendo en cuenta la compleja dinámica entre Hamas, que controla Gaza, y la Autoridad Nacional Palestina, responsable de la administración en Cisjordania. Este nuevo escenario internacional podría reconfigurar las alianzas y las políticas en una de las regiones más turbulentas del mundo.

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