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Dos personas caminan este sábado en Caracas por delante de una pintada en la que se lee “Maduro, Miseria”. REUTERS / EPV

Las medidas económicas anunciadas por el Gobierno de Nicolás Maduro han servido de carburante para que sectores políticos y sindicales vinculados a la oposición venezolana convocaran una huelga general para el próximo martes 21 de agosto, un día después de la entrada en vigor de la polémica reconversión monetaria. El paro, de un día de duración, llama a protestar contra el catastrófico estado general de los salarios, la economía y las condiciones de vida en el país.

Andrés Velásquez, dirigente obrero siderúrgico y líder del partido La Causa Radical, ha sido uno de los promotores más destacados de la convocatoria. Junto a otros dirigentes sindicales y políticos, agrupados en el Frente Amplio por una Venezuela Libre, Velásquez llevaba unas semanas haciendo consultas a nivel nacional para calibrar la disposición de los trabajadores y ciudadanos a sumarse a la huelga, un tipo de protesta habitualmente difícil de concretar con éxito en la Venezuela de estos años a causa del férreo control que el chavismo ejerce sobre la administración pública.

En esta ocasión, sin embargo, se va imponiendo la sensación general de que el llamado a la huelga podría encontrar un inusual apoyo, debido a la situación desesperada que vive la casi totalidad de la población, y que ha empujado a sindicatos —de los sectores telefónicos, del transporte y la industria eléctrica— tradicionalmente controlados por el chavismo a salir a las calles y bloquear avenidas para demandar mejoras salariales.

“Todos. Sin complejos. Trabajadores, empresarios, estudiantes, desempleados, toda la sociedad civil debe ir al paro nacional y a la protesta”, ha escrito Velásquez en su cuenta de Twitter. De la organización de esta iniciativa cívica habían quedado inicialmente excluidos, en un acuerdo pactado entre todos, patronal y empresarios, uno de los eslabones más vulnerables del entramado social opositor por su alta exposición a las sanciones del Gobierno de Maduro. Sin embargo, la irritación ha tocado cotas tan altas que no se descarta su participación.

Además de Velásquez, sobresale en el llamado a la huelga Maria Corina Machado, líder de Vente Venezuela. La dirigente, que hace un tiempo decidió salirse de la MUD por tener importantes diferencias de criterio sobre los métodos para enfrentar al Gobierno, no ha cesado de recorrer el país. Después de los anuncios de Maduro, Machado ha declarado: “Lo anunciado anoche acelera el desenlace. O se quedan y nos exterminan, o los sacamos y reconstruimos a Venezuela”.

 

Aunque no todo el campo opositor estaba decidido a convocar la huelga —en parte por tener reservas ante el tono desafiante de dirigentes como Machado—, su decisión, afirman sus organizadores, estaba tomada desde hace días. Faltaba ponerle fecha, y la perturbación general que han producido los anuncios de Maduro parecen haber sido la gota que ha colmado el vaso. Juan Pablo Guanipa, Secretario General de Primero Justicia, y Juan Guaidó, de la dirección nacional de Voluntad Popular, han anunciado que sus organizaciones acompañan la iniciativa y han invitado a la población a sumarse.

Las decisiones anunciadas por Maduro están orientadas, de acuerdo a los portavoces del Gobierno, a recuperar el poder de compra de los trabajadores. Parte de la alarma que cunde en la sociedad venezolana consiste, precisamente, en la estrategia que el chavismo ya ha convertido en tradición: aumentos salariales unilaterales que tienen un impacto inflacionario demoledor, que no pueden ser asumidos con facilidad por los empresarios, y que suelen traducirse en mayor parálisis, quiebra, emigración y desempleo.

“El Gobierno tiene prácticamente paralizada a la nación en todos los sentidos, e incumple en todo momento con sus obligaciones, en la prestación de servicios elementales, como el agua, el transporte o la electricidad. La conflictividad socialno va a cesar hasta que eso no cambie”, ha declarado Víctor Márquez, otro organizador de la concentración y líder del Sindicato de Profesores Universitarios.

La protesta del día 21 no quiere plantear una huelga indefinida “y tampoco tumbar al Gobierno”, ha dicho el propio Márquez. Una vez celebrada la jornada de protesta, sus impulsores evaluarán políticamente lo que se debe hacer. “Lo que queremos es organizar a la población, exigir que se respeten nuestros derechos y plantarle cara a un Gobierno que no cumple con sus responsabilidades.”

Estos días, el llamado de los dirigentes políticos opositores ha sido sin embargo muy airado, y parece reflejar la sensación generalizada entre la mayoría de la población de haber llegado al límite. Esta huelga, en boca de Velásquez, Machado, Guanipa y otros de sus promotores, es “un primer día de protesta” en un nuevo ciclo de conflictividad en contra de Maduro.

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