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Madrid, 6 abr (EFE).- En España, país de gran tradición católica, las procesiones que representan la pasión y muerte de Jesucristo y otros ritos de la Semana Santa combinan de manera especial el fervor y el sentimiento populares con la admiración por el valor artístico e histórico de muchas de las imágenes.

Penitentes en el juramento de silencio de la Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias de Zamora (España). EFE/Mariam A. Montesin

Cientos de miles de creyentes, curiosos y turistas se agolpan estos días en calles y plazas para contemplar los pesados pasos, portados a cuestas por centenares de costaleros y acompañados de penitentes y cofrades que llevan la vestimenta de innumerables hermandades centenarias.

Reconocidas por su interés cultural, las procesiones y otros actos religiosos suponen también un importante atractivo turístico y fuente de ingresos para el sector hotelero y hostelero.

Y más este año, cuando el tiempo se presenta soleado y con temperaturas suaves en prácticamente todo el país, y ya sin restricciones sociosanitaria, pues el contagio y la gravedad de la covid-19 se encuentran en niveles bajos.

Con grandísima expectación, como siempre, se vivió este Jueves Santo uno de los momentos más vistosos de la Semana Santa española, con asistencia de numeroso público y autoridades civiles y militares.

En la ciudad costera de Málaga (sur), una compañía de la Legión, una unidad militar de élite fundada en 1920, trasladó al Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, también conocido como ‘Cristo de Mena’, a su trono procesional, de 2.650 kilos.

Uno de los momentos más emotivos se produce cuando los militares alzan a pulso la figura de Cristo en posición horizontal y entonan la canción legionaria “El novio de la muerte”.

Entre los asistentes se encontraba el actor Antonio Banderas, nombrado legionario de honor en 2013.

El Cristo de Mena es una imagen de 1942 tallada en madera por el artista Francisco Palma Burgos, inspirado en la original del escultor barroco Pedro de Mena, que fue destruida en mayo de 1931, tras la proclamación de la II República.

También en Málaga, la cofradía de Jesús el Rico liberó a un preso, como cada Miércoles Santo, tras el indulto otorgado por el Gobierno, según una concesión real de 1759 que se mantiene.

SILENCIO Y PENITENCIA

La ciudad de Zamora (oeste) enmudeció la noche pasada al paso de la procesión de la Real Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias, la talla renacentista que le da nombre, tras el tradicional juramento de silencio de la plaza de la catedral, muestra de respeto y dolor por la muerte de Cristo.

En la procesión, más de dos mil cofrades, entre ellos un centenar de mujeres, vistieron la túnica tradicional de estameña blanca y caperuz de terciopelo rojo y portaron un hachón con vela.

Y este Jueves Santo, la localidad de San Vicente de la Sonsierra (La Rioja, norte) revive uno de los ritos más antiguos, al menos desde el siglo XVI: la “disciplina” como penitencia, y no exento de polémica por considerarlo algunos sectores “anacrónico”.

Varios disciplinantes anónimos, llamados ‘picaos’, caminan descalzos, cubiertos con una capucha y se golpean la espalda desnuda con una madeja de algodón de casi un kilo; sobre la zona se aplica una “esponja” de cristales y se provoca que brote sangre.

Otra forma de penitencia desde el siglo XVI es la de los ’empalaos’ del viacrucis de Valverde de la Vera (Cáceres, oeste).

“No hay duda de que son imágenes muy impactantes, ya que la analogía entre el ’empalao’ y Jesús camino al calvario es evidente. Si la gente se comporta y respeta el rito, el silencio que se produce ante el paso del penitente se te mete en los huesos”, dice a EFE el fotógrafo de esa localidad Toni Gudiel

Llevan el torso desnudo abrazado con varias vueltas de soga de esparto; sobre los hombros, se les coloca un timón de madera del arado romano de dos metros de largo, en el que extienden los brazos en forma de cruz.

Otra famosa y conmovedora procesión es la las Turbas, en la ciudad de Cuenca (centro), que recuerda el camino del Calvario de Jesús del Viernes Santo.

LA ‘MADRUGÁ’ DE SEVILLA

Puede decirse que el momento culmen de las procesiones llega en la noche entre el Jueves y el Viernes Santo en Sevilla (sur), la famosa ‘Madrugá’, cuando salen a la calle los pasos majestuosos de hermandades como la Macarena, la Esperanza de Triana o el Gran Poder.

Más de 70 hermandades organizan cada año la Semana Santa sevillana, conocida internacionalmente, con 84.000 nazarenos en las calles, bandas de música y cuadrillas de costaleros que llevan las pesadas imágenes.

Entre ellas hay joyas escultóricas barrocas de Martínez Montañés y Pedro de Mena, entre otros grandes escultores españoles.

Jesús Lozano

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