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Este opiáceo es 50 veces más potente que la heroína. La cantante fue hospitalizada a finales de julio durante dos semanas y ahora permanece en un centro de rehabilitación

El pasado 24 de julio, la cantante Demi Lovato sufría una sobredosis que hacía temer por su vida. Ella, que apenas un mes antes había confesado en el escenario entre lágrimas que había vuelto a incidir en sus adicciones, esas que lleva arrastrando desde su más tierna juventud, había vuelto a sus momentos más duros con una recaída que puso a sus fans y a todo el planeta sobre aviso.

Sin embargo, si primero se habló de heroína, esa plaga que golpea a EE UU y a sus famosos, ahora los medios estadounidenses hablan de que la culpa fue del fentanilo. Según adelanta TMZ, Lovato había pasado ese día en una celebración de cumpleaños y en una fiesta posterior en West Hollywood. Después, según este medio, mandó un mensaje de texto al que lleva siendo su camello desde hace unos meses, que fue a su casa a proporcionarle drogas.

Así, la sustancia que habría consumido la cantante habría sido fentanilo, un opiáceo sintético que ya acabó con la vida del cantante Prince en abril de 2016, tal y como reveló en junio del mismo año el informe médico. Prince se lo administró a sí mismo y al parecer se trató de una sobredosis accidental.

El fentanyl o fentanilo es un opiáceo, un fármaco potentísimo, entre 25 y 50 veces más fuerte que la heroína y entre 50 y 100 veces más que la morfina, que trae de cabeza a la DEA, la agencia sobre drogas de EE UU. En los años sesenta se comenzó a usar como un anestésico intravenoso. Según la red estadounidense de alertas de abusos de drogas, en el año 2007 el número de emergencias relacionadas con el uso no médico del fentanilo fue de casi 16.000, mientras que en 2011 superó las 20.000. Se calcula que en Florida murieron en 2013 unas 185 personas a causa de ella, un 35% más que el año anterior.

En origen, el fentanilo se creó para paliar el dolor de los pacientes con cáncer. Inicialmente, solo puede ser administrado por un médico y en mayores de edad. Aunque su origen solía ser China, ahora México, y en concreto el estado de Guerrero, se han convertido en epicentro de su fabricación. Su precio inicial es similar al de la heroína, unos 5.000 euros el kilo (en 2016), pero su frecuente adulteración logra que los beneficios se multiplique

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