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Mario Villar

La Décima Conferencia de Revisión de las Partes del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) en las Naciones Unidas, este 1 de agosto de 2022.  EFE/EPA/Justin Lane

Naciones Unidas, 1 ago (EFE).- La tensión entre las potencias atómicas y el riesgo de que ello desemboque en una catástrofe marcaron este lunes el inicio de una esperada cita en la que países de todo el mundo se reúnen en Naciones Unidas para hablar de desarme nuclear.

El Secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken, se dirige a la Décima Conferencia de Revisión de las Partes del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) en las Naciones Unidas, este 1 de agosto de 2022. EFE/EPA/Justin Lane

“Hoy, la humanidad está a un sólo malentendido o un error de cálculo de la aniquilación nuclear”, advirtió el secretario general de la ONU, António Guterres, al abrir la décima conferencia de revisión del Tratado de No Proliferación (TNP).

La reunión, que continuará hasta el próximo 26 de agosto, es la primera de este tipo en siete años debido a retrasos por la pandemia de la covid-19, y es vista por muchos analistas como un foro clave para volver a impulsar el desarme en un momento especialmente complicado.

La guerra en Ucrania y las alusiones de Rusia a su capacidad atómica para disuadir a cualquier país que se plantee intervenir en ese conflicto han vuelto a encender el debate sobre las armas nucleares y sobre el futuro de toda la arquitectura internacional creada para mantenerlas a raya.

Según la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), la invasión rusa ha creado mayor división y ha aumentado las probabilidades de que proliferen las armas de este tipo y de que puedan llegar a usarse.

Al mismo tiempo, las cinco potencias nucleares oficiales bajo el TNP (EE.UU., China, Francia, Rusia y China) “están violando sus obligaciones de desarme” y “aumentando el riesgo de una catastrófica guerra nuclear”, avisó hoy Beatrice Fihn, la directora ejecutiva de esta organización que en 2017 recibió el premio Nobel de la Paz.

En las próximas semanas, los países firmantes del TNP -que son la mayoría del mundo- discutirán las posibilidades de reforzar la aplicación de este tratado que tiene como fin principal frenar la expansión de las armas atómicas.

Sin embargo, las posibilidades de alcanzar consensos parecen extremadamente remotas, pues en la última cita de este tipo, en 2015, ya resultó imposible y, tal y como hoy señalaron varios participantes, las cosas no han hecho más que empeorar.

“La división en la comunidad internacional no ha hecho más que crecer. En particular, la amenaza de usar armas nucleares por parte de Rusia en su agresión contra Ucrania ha contribuido a una preocupación en todo el mundo de que hay una posibilidad real de otra catástrofe por el uso de armas nucleares”, dijo hoy el primer ministro japonés, Fumio Kishida.

Japón, escenario de dos ataques atómicos estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial, consideró que no pueden tolerarse amenazas como las hechas por Moscú y pidió reforzar el TNP para garantizar que no se vuelva a usar la bomba atómica.

“La humanidad corre el peligro de olvidar las lecciones forjadas en las aterradoras llamas de Hiroshima y Nagasaki”, señaló en ese sentido Guterres, que insistió en la necesidad de cambios: “Hemos tenido una suerte extraordinaria hasta ahora, pero la suerte no es una estrategia. Tampoco es un escudo contra las tensiones geopolíticas que desembocan en un conflicto nuclear”, dijo.

EE.UU. y Rusia, las dos grandes potencias nucleares, coincidieron hoy en los peligros de la guerra nuclear y defendieron herramientas como el TNP para garantizar que nunca se llegue a ese extremo, pero también intercambiaron acusaciones.

Pese a ello, el presidente estadounidense, Joe Biden, aprovechó el inicio de la reunión en Naciones Unidas para ofrecer a Moscú comenzar a negociar “de inmediato” un tratado que sustituya al Nuevo Start, el pacto entre los dos países para limitar el número de armas nucleares y que expira en 2026.

La propuesta, sin embargo, fue recibida con frialdad por parte del Gobierno ruso, que puso en duda la voluntad de Washington.

El conflicto en Ucrania se hizo notar también en esta primera jornada de la conferencia de desarme por la preocupación ante un posible accidente en alguna de las plantas nucleares ucranianas, sobre todo en la de Zaporiyia, la mayor de Europa y que desde marzo está bajo control ruso.

En ese sentido, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, acusó a Moscú de estar usando Zaporiyia como una base militar para lanzar ataques a los que Ucrania no puede responder por el riesgo de causar un desastre nuclear.

Blinken, además, subrayó las amenazas que plantean los programas atómicos de países como Irán y Corea del Norte, las otras dos grandes cuestiones que planean sobre esta conferencia, mientras que otros países cuestionaron el acuerdo sellado el año pasado entre EE.UU., el Reino Unido y Australia sobre submarinos nucleares. EFE

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