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Pasto (Colombia), 8 ene (EFE).- Las coloridas y elaboradas carrozas de los artesanos de la ciudad colombiana de Pasto reflejan la ilusión que supuso el regreso a la presencialidad de parte del Carnaval de Negros y Blancos que en 2021 fue totalmente virtual por la pandemia de covid-19.

Fotografía del 5 de enero de 2022 que muestra una de las esculturas elaboradas por artesanos durante el Carnaval de Negros y Blancos en Pasto (Colombia). EFE/Mauricio Dueñas Castañeda

Esta festividad, que fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2009, tuvo a las tradicionales carrozas en las calles, aunque no se movieron por las medidas sanitarias tomadas por las autoridades locales por el coronavirus.

Fotografía del 5 de enero de 2022 que muestra artesanos que trabajan en la elaboración de esculturas y carrozas durante el Carnaval de Negros y Blancos, en Pasto (Colombia). EFE/Mauricio Dueñas Castañeda

No obstante, dice a Efe el artesano Germán Jurado, es “un privilegio volver a disfrutar de lo que estamos enseñados a vivir cada año”.

“Esperamos nueve meses (hasta septiembre) para comenzar la locura porque para nosotros la locura no empieza solamente en enero con el Carnaval, sino desde que empezamos a hacer el prototipo (de la carroza) hasta poder mostrar la locura que tenemos en el taller”, asegura.

RAÍCES DE LATINOAMÉRICA

Jurado es una de las 20 personas que trabajó junto al maestro Michael Delgado Paz en la carroza “Latinoamérica”, una gigante obra que tiene como base el rostro de un niño del barrio Villa Lucía y con la que sus creadores buscan rendir homenaje a sus raíces.

“Venimos trabajando hace un mes y medio con la obra denominada ‘Latinoamérica’ (…) La identidad nuestra, la sangre que corre por nuestras venas, creo que siempre va a ser lo ancestral y en eso basamos nuestra obra”, expresó a Efe Delgado Paz, artista del Carnaval de Negros y Blancos.

Inspirada en la literatura del uruguayo Eduardo Galeano, la obra tiene 13 metros de alto y cuenta con coloridas figuras cuya elaboración tomó meses a los artesanos que han trabajado “tarde y noche” con el objetivo de dar “el mejor espectáculo para propios y turistas”.

“Para mí la nostalgia más grande es cuando mi obra ya va cobrando color, yo creo que a los artesanos siempre se les caen las lágrimas de mirar su obra terminada porque el esfuerzo con que nos montamos en esto es muy grande, o sea, ese esfuerzo es increíble, eso no tiene descripción”, asegura Delgado Paz.

El artista utiliza esta tradición como una “locura que cura”, pues una vez arranca el Carnaval de Negros y Blancos se relaja, se alivia y se calma, lo disfruta, y más después de meses de zozobra por la covid-19.

HOMENAJE A PASTO

En el taller del maestro Andrés Barrera, en el barrio Anaganoy, los artesanos le dieron color a figuras humanas y de animales, entre los que aparecía el cuy, un roedor autóctono que, empalado y asado, es el alimento tradicional de la región.

En el “Taller del Abuelo”, como se hace llamar el colectivo que lidera Barrera, la idea que tuvieron con su carroza gigante fue la de reflejar su inconformismo por la situación que vive Colombia y que derivó a mediados del año pasado en unas violentas manifestaciones contra el Gobierno.

“La obra (…) se llama ‘Indómito Pueblo Pastuso’, que viene siendo una expresión en forma de ira, una forma de expresar esa rabia que nosotros sentimos frente a las injusticias que pueden estar pasando en Colombia”, explica a Efe David Meneses, uno de los miembros del “Taller del Abuelo”.

Sin embargo, la carroza va más allá y busca reflejar también la magia de lo que es Pasto, ciudad andina y capital del departamento de Nariño, fronterizo con Ecuador.

Pasto es, según Barrera, un lugar en el que “los músicos heredan el encanto del viento para remontar sus melodías a través de sus instrumentos; un paraje en el que los poderes de la tierra y del agua se encarnan en las manos de los artesanos”.

Así pues, el trabajo de los artesanos tuvo sus frutos y recibió los aplausos de un público efusivo que tras casi dos años de dificultades por la pandemia volvió esta semana en multitud a las calles para disfrutar del Carnaval de Negros y Blancos.

Y es que al son de la frase “¡Que viva Pasto, carajo!”, los escultores y artesanos recuperaron una ilusión que la pandemia les arrebató el año pasado.

Jorge Gil Ángel

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