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Asunción, 10 abr (EFE).- Después de dos años de restricciones por la pandemia, los paraguayos acudieron masivamente a los templos del país, para participar del Domingo de Ramos, que marca el comienzo de la celebración católica de la Semana Santa.

Una vendedora fue registrada este domingo al ofrecer palmas, durante la celebración del Domingo de Ramos, en las inmediaciones de la Catedral Metropolitana, en Asunción (Paraguay). EFE/Nathalia Aguilar

Uno de los sitios más concurridos fue la Basílica de Caacupé, homónima de la localidad ubicada a 55 kilómetros de Asunción y que cada 8 de diciembre recibe una de las mayores peregrinaciones marianas de América Latina en honor a la virgen del mismo nombre.

Adalberto Martínez, arzobispo de Asunción, fue registrado este domingo al bendecir a un grupo de feligreses, en las afueras de la Catedral Metropolitana, durante la celebración del Domingo de Ramos, en Asunción (Paraguay). EFE/Nathalia Aguilar

Hasta la explanada de la basílica llegaron numerosos feligreses para asistir a la eucaristía que encabezó monseñor Ricardo Valenzuela.

También el Santuario de Nuestra Señora del Rosario, en la ciudad de Luque, se llenó de centenares de personas con ramos en la mano.

En Asunción, el arzobispo capitalino, Adalberto Martínez Flores, presidió la misa en la Catedral Metropolitana, una edificación inaugurada en 1845.

“Horrenda es la guerra como horrendo el corazón que la promueve, a nadie se conquista cortando cabezas, ni violando, ni usurpando, ni crucificando, nada justifica clavar y crucificar a nadie”, afirmó el jerarca en su homilía, al referirse al conflicto en Ucrania.

La festividad del Domingo de Ramos estuvo marcada por las advertencias sobre la posible escasez de una especie de palma local, conocida como pindo, debido a los incendios forestales que afectaron vastas zonas del país a raíz de la sequía.

Al final, los paraguayos cumplieron la tradición y volvieron a casa con sus ramos bendecidos (llamados pindo karai en guaraní). EFE

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