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Portobelo (Panamá), 6 may (EFE).- La “resiliencia” del negro esclavizado en los tiempos de la colonización y su lucha por la libertad han sido homenajeados durante siglos por los Congos panameños, una representación cultural de los afrodescendientes del Caribe, a través de la música y el baile.

“La cultura Congo significa la hermandad, resiliencia y lucha de los negros cimarrones (esclavos rebeldes) en la montaña desde hace más de 500 años”, dice a EFE el afrodescendiente y gestor cultural, Jorge Montenegro.

Los Congos están considerados una cultura, género musical y baile propio de la provincia de Colón, ubicado en el Caribe panameño y donde hay una gran presencia de afrodescendientes, que mantienen viva esta pintoresca tradición considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco desde 2018.

Por medio del ritmo de los tambores y sus coloridas vestimentas, bailan para recrear pasajes históricos del colonialismo con dos personajes centrales: los congos que escenifican a los esclavos traídos de África, y los “diablos” que representan al conquistador que subyuga.

Una pareja fue registrada al bailar durante el Festival de Diablos y Congos "A la cacería del diablo", en Portobelo (Colón, Panamá). EFE/Bienvenido Velasco

MÚSICA Y BAILE PARA “LUCHAR” CONTRA LA ESCLAVITUD

“El congo representa al africano esclavizado en la lucha por su libertad, por vivir y disfrutar. Al bailar y cantar sobre la historia busca reírse y disfrutar a pesar de estar sufriendo”, explica a EFE la coordinadora de Patrimonio Cultural Inmaterial del Ministerio de Cultura de Panamá, Emma Gómez.

Los primeros africanos llegaron a Panamá a principios del siglo XVI como esclavos de los europeos, principalmente los españoles, para trabajar en las plantaciones. Los españoles atemorizaban a los esclavos con “diablos” (representación del mal en el catolicismo) si no acataban sus órdenes.

Conforme pasa el tiempo, los primeros cimarrones se sublevan y se establecen en “palenques”, lugares habitados por los que huyeron de la esclavitud para luchar por la libertad.

Durante el baile, el congo, vestido con tiras – simulando las prendas originarias hechas de retazos de telas de los amos- y la cara pintada de negro, se enfrenta con burla al diablo, disfrazado con una gigantesca máscara terrorífica rojinegra.

La danza relata ese hecho histórico, clave para la cultura afrocolonial, con pasos, instrumentos y ritmos musicales traídos por los esclavos desde África.

“El diablo es el mal porque es el esclavizador. En algunas regiones de Colón y de Panamá (provincia donde se ubica la capital) está ‘el holandés’, porque también era un esclavizador” y “en otros lados hay una figura que se llama mundición (maldición)”, explica la profesora Gómez.

LAS REINAS, PROTAGONISTAS DE LA FÁBULA

Hay diferentes personajes durante la interpretación musical de los Congos, entre ellos está la reina, pieza fundamental. La reina, que tiene sus orígenes entre las esclavas y mujeres de los grupos cimarrones, va vestida con la “pollera congo”, un largo vestido llamativo.

Así se viste María Elena Martínez, que carga con orgullo su corona desde hace más de 30 años: “Ser reina es herencia de mis ancestros, mis abuelas, de parte de madre y de padre”.

“De corazón, llevar una corona, una pollera, el vestuario al revés es algo riquísimo. Cuando el tambor suena los poros de mi cuerpo, los pelos, se me levanta con el entusiasmo que nos dejaron nuestros ancestros”, relata a EFE Martínez, que participa este sábado en el festival de Diablos y Congos en Portobelo (Caribe).

“La cultura congo es matriarcal, la mujer es la que predomina y tiene la fuerza. Por ello, la reina representa esa coordinación que tiene el palenque; ella busca a otras mujeres para el baile, y también la comida”, apunta Montenegro, que es gestor cultural.

A su juicio, “lo más bonito es que esta reina se (suele) llamar la Merced, que viene de la Virgen de las Mercedes (una figura femenina de la religión Católica) por eso tiene un corona, aunque en África también tenían coronas”.

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