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El Cairo, 27 mar (EFE).- Egipto encara el final del mes de Ramadán con menos farolillos en sus calles y menos carne en sus menús de iftar (rotura del ayuno), pero con un espíritu solidario que esta vez se divide entre donaciones a los propios conciudadanos afectados por la crisis y la ayuda para Gaza.

El azaque o `zakat`, en árabe, es uno de los pilares de la fe islámica y consiste en una donación económica y material que todo musulmán debe realizar durante su mes sagrado para ayudar a los necesitados.

“En este país existe la creencia de que proporcionar comida es uno de los actos más caritativos durante esta época”, explica el responsable de donaciones individuales de la Fundación Mersal, Afer Abdelrahman.

En la oficina de Maisons Pyramids, una agencia de marketing con sede en el Cairo, sus más de veinte  empleadas detienen su jornada para preparar 135 cajas de alimentos básicos para repartir entre la gente necesitada.

Poco a poco van llenando los paquetes de pasta, arroz, concentrado de tomate y aceite de girasol, que serán distribuidos “entre gente de nuestro alrededor”, ya que “todos conocemos a alguien a quien le hace falta”, aseguró a EFE María Muñoz, cofundadora de la empresa.

Este es el tercer Ramadán que el país vive bajo los efectos de una disparada inflación, un período donde se han producido hasta cuatro devaluaciones de la moneda y en el que el Banco Mundial estima que “han aumentado los niveles de pobreza”.

Gaza, el gran foco

“A pesar de los desafíos financieros y económicos”, la Fundación Mersal, que se especializa en proyectos sanitarios, pero que también gestiona el “zakat”, “ha mantenido un crecimiento estable (de donaciones) durante los últimos tres años”, explicó Abdelraham.

“Los donantes siguen mostrando su compromiso inquebrantable de apoyar a otros”, lo que ha dado como resultado “una base de donantes cada vez mayor desde el comienzo de la crisis de Gaza”, añadió.

Según la ONG, “muchos donantes optan por apoyar ambas causas: donan a Gaza y a las acciones más tradicionales del Ramadán”.

La familia de Ronnie, una estudiante egipcia, también ha tenido que dividir su ayuda entre la comunidad local y sus vecinos de la Franja.

“Normalmente solemos preparar comidas para los pobres” y “regalar cajas que incluyen los alimentos básicos como azúcar, aceite, arroz y pasta”, aunque admitió que “este año no es fácil regalar carne o pollo por la situación económica”.

Para Gaza, en cambio, ella y otros egipcios utilizan aplicaciones móviles de comida a domicilio como Talabat para “entregar comida y material de ayuda”.

“También enviamos algo de dinero cada semana para las familias palestinas a través de una campaña religiosa”, dijo la joven, que aún alberga esperanza de que el bloqueo por parte de Israel a la entrada de ayuda humanitaria al territorio palestino no impida que lleguen sus donaciones.

Según ella, “es difícil para nosotros estar aquí seguros y alimentados mientras nuestros hermanos y hermanas sufren”, así que “lo mínimo que podemos hacer este año es enviarles comida, dinero y nuestras oraciones durante el mes sagrado de ramadán”.

Causas olvidadas

En cambio, Ahmed, de 26 años y quien prefirió no dar su nombre completo, ha decidido que su `zakat` de este Ramadán vaya destinado a otras causas benéficas como la lucha contra el cáncer, con más de 130.000 personas diagnosticadas en Egipto según datos del World Cancer Research Fund International (WCRF).

“Mucha gente dona a Gaza, lo cual es una muy buena acción, pero otros problemas no tienen tanta atención”, sostuvo Ahmed, quien ha contribuido a un proyecto oncológico porque le gustaría que “los enfermos se curasen y sus familiares no les perdieran”.

En ese aspecto, la Fundación Mersal también lanzó para esta celebración de Ramadán una campaña de servicios médicos para atender a 70.000 pacientes de su guardería infantil, su centro oncológico y para otro tipo de enfermos.

La ONG, establecida en 2015 “asiste a los enfermos que no pueden alimentar a sus familias todos los días”, explicó su representante, aunque sus 450 trabajadores y 1.500 voluntarios ahora tienen que hacer frente a diversos frentes.

A pesar de todo, Abdelrahman aseguró que “la comunidad egipcia todavía tiene mucho que ofrecer”.

Helena Pelicano

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