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Sídney (Australia), 11 may (EFE).- Las “copiosas” cantidades de aerosoles de humo emitidos por los incendios forestales de 2019-2020 del “verano negro” australiano han sido relacionadas con un agravamiento del impacto del fenómeno meteorológico de La Niña, que se repitió por tres temporadas consecutivas, según un estudio científico.

Estos “excepcionales” incendios también provocaron cambios en el ciclo de las nubes una “radiación a escala planetaria, similares a las simuladas para una gran erupción volcánica”, subrayó este estudio dirigido por el Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) de EE.UU. y publicado hoy en la revista científica Science Advances.

La gran cantidad de nubes de humo que se formaron por ese evento catastrófico en el verano austral absorbieron la radiación del sol y provocaron un enfriamiento del océano Pacífico Tropical, donde se forma La Niña, lo que se habría traducido en que este evento natural se repitiera tres veces entre septiembre de 2020 y marzo de 2023.

“Los aerosoles que se formaron a partir de las emisiones hicieron brillar las cubiertas de nubes en todo el hemisferio sur y especialmente frente a la costa de Perú, lo que enfrió y secó el aire en la región, desplazando en última instancia la zona donde confluyen los vientos alisios del norte y del sur”, precisó el NCAR en un comunicado publicado el miércoles (jueves en Australia).

Esta repetición de La Niña desencadenó fuertes inundaciones en Australia y condiciones más húmedas en el noroeste del Pacífico, mientras que al otro lado del océano causó condiciones más secas y cálidas que la media en el suroeste de Estados Unidos y temperaturas más frías en norteamérica, de acuerdo al texto.

La NCAR recordó que desde la década de 1950, cuando comenzaron a registrarse estos eventos, solo se han producido tres rachas consecutivas de La Niña, un fenómeno que al igual que El Niño, es predecible con varios meses de anticipación.

“Mucha gente se olvidó rápidamente de los incendios australianos, sobre todo cuando estalló la pandemia de la covid, pero el sistema terrestre tiene una larga memoria, y los efectos de los incendios perduraron durante años”, afirmó en el comunicado John Fasullo, autor principal del estudio y experto del NCAR.

El estudio, que se basa en modelos climáticos, apunta que estos catastróficos incendios forestales contribuyeron al enfriamiento del océano a miles de kilómetros de distancia, agravando los efectos de La Niña.

“A medida que cambie el clima, también cambiarán las emisiones de los incendios forestales”, precisó Fasullo, al reflexionar sobre la necesidad de incluir este tipo de eventos en los modelos climáticos.

Los incendios forestales del “verano negro” mataron a 33 personas, entre ellos seis bomberos, y miles de millones de animales, así como destruyó unas 3.000 viviendas y calcinó 24 millones de hectáreas de terrenos.

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