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Colombo, 4 ago (EFE).- Los manifestantes del principal campamento de protestas de Sri Lanka aseguraron este jueves que no tienen intención de abandonar el que consideran el epicentro de la revuelta social por la crisis económica, pese al ultimátum de las autoridades esrilanquesas de que se retiren del lugar en la tarde el viernes.

Unas pocas carpas siguen intactas en el campamento Gota Go Gama, bautizado en referencia al nombre del ex mandatario esrilanqués Gotabaya Rajapaksa derrocado el mes pasado, tras más de cien días de protestas, a la espera de que sea una orden judicial, y no un comunicado de la policía, lo que los obligue a desalojar la zona.

“Dijimos que iríamos por procedimientos legales y no inclinaríamos la cabeza ante estos políticos corruptos. Vamos a jugar con la cabeza. Esto fue solo un anuncio policial y no de los tribunales”, indicó a Efe Angelo Kulasuriya, uno de los manifestantes.

“Todavía no hemos decidido salir de Gota Go Gama. Lo decidiremos después de la orden judicial. Incluso si tenemos que irnos de aquí, nuestro movimiento aún no ha terminado. Esta será una pausa para nuestra lucha”, afirmó a Efe por su parte la activista Udari Ayesha.

La reacción de los manifestantes responde al ultimátum que dio ayer la Policía de Sri Lanka para desalojar el campamento antes del viernes a las cinco de la tarde.

“Actuad conforme a la ley y no obstaculicéis al público”, advirtieron las fuerzas de seguridad, que amenazaron con consecuencias legales para los que desafíen la orden.

A la advertencia policial de ayer se suman los arrestos contra activistas y participantes a las protestas por presuntamente causar daños a la propiedad pública y desobedecer las órdenes judiciales.

Entre los arrestados se encuentra el del secretario general del Sindicato de Docentes, Joseph Stalin, que despertó la indignación de cientos de activistas que se han congregado este jueves en la capital para pedir su liberación.

“El trabajo de defensores de derechos humanos como Joseph ha sido más importante que nunca en las últimas semanas y debe ser apoyado, no castigado”, manifestó este miércoles la relatora especial de la ONU sobre los defensores de los derechos humanos, Mary Lawlor, en Twitter.

Por su parte, el nuevo presidente de la nación isleña, Ranil Wickremesinghe, advirtió de que no tolerará la violencia en el país, al tiempo que se comprometió a respetar los derechos de los manifestantes.

“La lucha pacífica es un derecho fundamental. Acepto esos derechos (…) protegeré la no violencia y la democracia”, remarcó el mandatario, que tras su llegada al poder hace dos semanas impuso un estado de emergencia que endureció las medidas sobre las manifestaciones callejeras, y por las que ahora afronta críticas.

“Llevo aquí 118 días. El Gobierno está claramente tratando de silenciarnos. La policía ahora allana nuestras casas”, dijo a Efe la activista Samali Mandira.

Sri Lanka afronta la peor crisis económica de su historia, sumida en un profundo endeudamiento y sin liquidez para adquirir bienes esenciales como medicamentos, combustible, alimentos y gas.

En medio de la situación, la nación insular retomó la semana pasada las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para lograr un préstamo con el que atajar la crisis.

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