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Manila, 5 may (EFE).- La dictadura conyugal cleptocrática, déspota y opresora de Ferdinand e Imelda Marcos en Filipinas (1965-1986) se ha transformado para muchos en el mito de los Marcos compasivos, patriotas y modernizadores del país, un relato que ha catapultado a su hijo “Bongbong” a las puertas de la presidencia.

“Todo son mentiras, todo lo malo que cuenten de Marcos es falso”, afirma con vehemencia John John, un guarda de seguridad de 32 años que vigila la ciudad colonial española de Intramuros, quien añade que la difusión de información adulterada sobre la dinastía viene de “los comunistas”.

Según la última encuesta publicada este jueves, Marcos Jr. ganaría los comicios con el 57 por ciento de los votos en las elecciones del próximo lunes 9 de mayo, una mayoría desconcertante para muchos filipinos, que elegirán al sucesor del controvertido presidente, Rodrigo Duterte.

La campaña de desinformación con la que se ha blanqueado la imagen comenzó hace más de dos décadas, pero se ha intensificado en los últimos años, según expertos consultados por Efe.

En 1986, Ferdinand Marcos es derrocado por una revolución pacífica y toda la familia se ve forzada a huir en un avión militar a Hawái (EEUU), donde el dictador murió tres años más tarde.

En el palacio presidencial de Malacañang, que abandonaron a la carrera dejaron una cantidad ingente de artículos de lujo, una colección de más de 3.000 zapatos o joyas únicas valoradas en millones de dólares.

Era un aperitivo del verdadero expolio al erario público que saldría a la luz, estimado entre 5.000 y 10.000 millones y considerado durante años como el mayor robo a un gobierno de la Historia, según el Libro Guinness de los Récords.

Imelda trató de recuperar la presidencia en 1992, presentándose a las elecciones presidenciales poco tiempo después de regresar al archipiélago, pero los años duros de la Ley Marcial estaban demasiado cerca y obtuvo solo el 10 por ciento de los votos.

Desde entonces, ella y sus hijos han ido ocupando posiciones de poder en el Congreso, el Senado y su feudo regional de Ilocos mientras se rearmaban para reunir, 30 años después, las condiciones idóneas para el regreso al palacio de Malacañang.

Redes sociales como Tiktok, Youtube o Facebook muestran estos días vídeos glorificando la época de Marcos, dibujando una imagen idílica del régimen, en el que numerosas infraestructuras fueron construidas y en el que Filipinas cobró trascendencia internacional.

Como las marchas militares con Ferdinand e Imelda a la cabeza con mensajes aludiendo al “tigre asiático”, en referencia a la época de bonanza económica de varios países del sudeste asiático entre los años 60 y 90, entre los que Filipinas nunca figuró, entre otras razones por la crisis financiera e inflación descontrolada durante la dictadura de Ferdinand Marcos.

El candidato “Bongbong” Marcos, que ha evitado a toda costa someterse a entrevistas difíciles y acudir a los debates electorales, no cree que deba pedir perdón por los delitos cometidos durante el gobierno de su padre, aunque ha abandonado la arrogancia del pasado, cuando llegó a decir que a las víctimas de torturas las movía la avaricia de conseguir indemnizaciones.

Unos 3.257 disidentes y activistas fueron asesinados, más de 50.000 fueron torturados y la prensa fue brutalmente silenciada durante la Ley Marcial que su padre impuso desde 1972 hasta 1981.

POBLACIÓN VULNERABLE A LA DESINFORMACIÓN

La reescritura de la historia ha encontrado un aliado fundamental en el actual presidente, Rodrigo Duterte, quien, según Jean Encinas-Franco, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Filipinas (UP, en inglés), “ha cimentado el camino para la candidatura de Bongbong Marcos”.

El candidato favorito a las elecciones ha aprovechado para dulcificar la figura de su padre gracias a la corriente nacionalista y populista de Duterte, declarado admirador del dictador, a quien decidió enterrar en el Cementerio de los Héroes de Manila tras décadas de controversia.

“Pienso que ese fue el borrón final de la Historia de la Ley Marcial en Filipinas”, reflexiona Encinas-Franco en una entrevista para Efe.

La narrativa de los Marcos como la solución de los males que aquejan a los filipinos ha encontrado un campo fértil en una población muy joven y con escasa educación. Según datos de la Comisión Electoral (COMELEC), el 56 por ciento de los filipinos registrados para votar tienen menos de 41 años, por lo que no vivieron la Ley Marcial (1972-1981).

Esta campaña de desinformación se ha visto favorecida por un ecosistema idóneo para las noticias falsas en internet, en un país que lidera la clasificación mundial de uso diario de las redes sociales, conforme a los datos de World Global Index en 2021.

El equipo propagandístico de Marcos también se vale de la mala situación económica de un país incapaz de subsanar el problema de la pobreza y de ofrecer un crecimiento inclusivo, lo que contribuye a crear “una falsa nostalgia autoritaria”, según Encinas- Franco.

La famosa frase de Imelda Marcos cobra hoy más protagonismo en Filipinas: “La percepción es real, la verdad no lo es”.

Federico Segarra

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