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Redacción Ciencia, 12 feb (EFE).- La descomposición de los cadáveres humanos es universal, tanto da si el cuerpo se degrada en un clima templado o árido o si lo hace en invierno o verano: una red universal de microbios se encarga de descomponer los cadáveres, un hallazgo que podría ayudar a los forenses.

Esta es la principal conclusión de un estudio publicado este lunes en la revista Nature Microbiology y realizado por un equipo de científicos de Canadá, China y Estados Unidos.

Los investigadores han demostrado que los cadáveres se descomponen debido a una secuencia constante y predecible de interacciones microbianas que degradan la materia orgánica al margen de la ubicación, el clima o la estación.

La descomposición microbiana de la materia orgánica es uno de los procesos más importantes de la tierra.

Este proceso biológico permite transformar la materia biológicamente muerta para reciclarla y dar paso a otros procesos biológicos que sirven de alimento a las plantas y facilitan la respiración del suelo.

Los encargados de llevar a cabo este proceso son los hongos y bacterias microbianas pero, aunque este proceso está bien estudiado, la mayor parte de los estudios se han centrado en la descomposición de la biomasa vegetal muerta.

Sin embargo, a diferencia de las plantas, los cadáveres de animales y los de los seres humanos son ricos en proteínas y lípidos fácilmente descomponibles pero este proceso biogeoquímico es todavía poco conocido.

Para estudiarlo mejor, un equipo científico dirigido por Jessica Metcalf y Zachary Burchman, de la Universidad Estatal de Colorado, en Fort Collins (Colorado), ha analizado al detalle el proceso de descomposición en 36 cadáveres humanos cedidos a la ciencia.

Para ello, colocaron los cadáveres en tres lugares con clima entre templado y semiárido, y en cada lugar, dejaron tres cuerpos en distintas épocas del año (durante cuatro estaciones) y tomaron muestras de la piel de los cadáveres y del suelo circundante durante los primeros 21 días postmortem.

El equipo descubrió que, independientemente del lugar, el clima o la estación del año en que se descompusieron, los cadáveres humanos compartían una selección universal de microbios que son raros en entornos sin descomposición y que parecen exclusivos de la descomposición terrestre de la carne.

Con estudios genómicos y metabolómicos de los suelos adyacentes a los cadáveres, reconstruyeron una red de interacciones que reveló cómo los hongos y las bacterias comparten recursos al metabolizar los productos de la descomposición.

El equipo también sugiere que los insectos pueden servir de vectores que dispersan estos microbios de un animal en descomposición a otro.

Usando datos sobre la cronología microbiana de la descomposición de cadáveres, combinados con un modelo de aprendizaje automático, los autores también pudieron predecir el tiempo transcurrido desde la muerte, lo que podría tener aplicaciones futuras para la ciencia forense.

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