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Hiroshima (Japón), 16 may (EFE).- Los supervivientes del bombardeo atómico de Hiroshima, de los que quedan cada vez menos y de edad más avanzada, buscan trasladar su trágica experiencia a la nueva generación de líderes mundiales del G7 con motivo de la cumbre y ante el fantasma de una nueva crisis nuclear.

Esta ciudad del oeste de Japón, la primera en ser bombardeada con un arma nuclear el 6 de agosto de 1945, es la sede de la 49 reunión del Grupo de los Siete, que se celebra entre el 19 y el 21 de mayo y donde se pretende mandar un fuerte mensaje por la paz y en contra de las armas nucleares en el contexto de la guerra de Ucrania.

“Sé de sobra que hay muchos problemas como el de Ucrania o el problema político del este de Asia. Creo que la cumbre en Hiroshima será una oportunidad para hacer a los líderes pensar y darles una orientación a la hora de buscar la solución”, explica a EFE el alcalde de la ciudad, Kazumi Matsui.

Matsui espera que los líderes puedan ver de primera mano las consecuencias humanas que tuvo este bombardeo y que estas supongan “una lección para que reconozcan la historia pasada y puedan tomar una resolución para que lo ocurrido allí no se repita jamás”.

En 2016, Barack Obama, persuadido por el entonces primer ministro japonés Shinzo Abe, fue el primer presidente de Estados Unidos en viajar a la ciudad objetivo de los bombardeos estadounidenses, en una visita histórica que ahora el actual mandatario nipón, Fumio Kishida, busca repetir con el nuevo presidente de EE.UU., Joe Biden.

El alcalde de Hiroshima espera que esta visita concluya con la firma de una resolución contra el uso de armas nucleares y un claro mensaje para la paz ante las crecientes amenazas de Rusia sobre el despliegue de activos de ese tipo.

“NUNCA OLVIDARÉ ESE DÍA”

La preocupación por la situación mundial también está presente entre los “hibakusha” -supervivientes de la bomba atómica-, personas que tienen ahora al menos 78 años y que han ido muriendo en las últimas décadas por los efectos secundarios de la radiación o causas naturales.

“Ya que vienen a Hiroshima, un lugar que tanto ha sufrido, espero que vean bien los hechos y espero que hagan esfuerzos para erradicar las armas nucleares”, dice Kiyomi Kono, una superviviente de 92 años, que se encontraba a 35 km del hipocentro de la explosión, y considera este su principal mensaje a los líderes.

Kono relata cómo, un día después del bombardeo, se desplazó al centro de la ciudad a buscar a sus dos hermanas. “Nunca olvidaré ese día”, explica visiblemente emocionada, y recuerda también los cuerpos de jóvenes apilados en los hospitales mientras buscaba al resto de su familia.

PROHIBICIÓN DE LAS ARMAS NUCLEARES

“Lo que más me duele en el alma es que Japón no ratifica el tratado de prohibición nuclear”, añade la superviviente que escenifica con sus manos la distancia entre el Gobierno y el pueblo japonés.

“Quiero que Kishida sea tajante con no participar en ninguna guerra, pero hay diferencias en la forma de pensar entre los políticos y el pueblo”, concluye.

El Gobierno japonés no ha ratificado el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, que entró en vigor en 2021, y que obligaría al país asiático a renunciar a la protección nuclear brindada por parte de Estados Unidos.

Este tratado contiene prohibiciones en el desarrollo, producción, posesión, uso o amenaza de uso de las armas nucleares, y busca mandar un mensaje más claro y contundente que el Tratado sobre la No Proliferación (TNP), que entró en vigor en 1970, del que Japón sí forma parte.

El Grupo de los Siete estaría especialmente dividido en esta cuestión, ya que cuenta con varias potencias nucleares como son Estados Unidos, Reino Unido y Francia y este primero tiene además armas desplegadas en otros dos miembros: Alemania e Italia.

El Enola Gay fue el avión que el 6 de agosto de 1945 soltó sobre la ciudad la primera bomba nuclear utilizada en combate real y bautizada como “Little Boy”, precipitando la rendición de Japón y el final de la II Guerra Mundial. Esta bomba acabó de forma inmediata con la vida de unas 80.000 personas, cerca del 30 % de la población de entonces.

A finales de 1945, el balance se elevaba a unas 140.000 y en los años posteriores las víctimas por los efectos de la radiación sumaron más del doble.

Edurne Morillo

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