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Emmanuel Macron ha dejado claro que no tiene pelos en la lengua. Ni tabúes. Y a veces, más de las que desearían algunos de sus asesores, eso le crea problemas. El presidente francés ya es famoso por sus broncas —o aleccionamientos, como quizás prefiera él llamarlo— a conciudadanos. Como la que le echó a principios de verano a un adolescente que osó dirigirse a él como “Manu” y no como “señor presidente de la República”, tal como Macron se apresuró a replicarle, para gran sonrojo del joven e indignación de una parte de la población que vio en ello un cierto abuso de posición. No parece haber aprendido la lección. O no la considera como tal. Porque el sábado, volvió a las andadas. Esta vez, fue con un desempleado de 25 años al que le instó a salir a la calle a buscar un trabajo, que haberlos, los hay, le dijo ante las cámaras. “Cruzo la calle y te encuentro un trabajo”, apostilló Macron. Desde entonces, no cesan las críticas por lo que políticos de la oposición, sobre todo de izquierdas pero también conservadores, han considerado una nueva muestra del “desprecio de casta” por parte de un mandatario que, en cualquier caso, ha logrado que vuelva a pesar sobre él la etiqueta de “presidente de los ricos” de que con tanto esfuerzo intenta desprenderse.

“¿Está inscrito en la oficina del desempleo?”, quiso saber Macron. “Sí, en todos sitios. Y no hay nada”, lamentó el joven. “He escrito a todos los ayuntamientos, pero no contratan”, insistió. Pero al presidente la respuesta no pareció convencerle demasiado. “Si usted está dispuesto y motivado, en la hostelería, en los cafés, la restauración… no hay un solo lugar al que vaya donde no me digan que buscan a gente. ¡Ni uno solo!”, le respondió. Cierto es, continuó como hablando ya casi consigo mismo, que hay algunos empleos que requieren una especialización. “Y cuando la gente no la tiene, les formamos. Para eso invertimos” en formación,recordó. Pero, insistió volviendo a su primera idea, hay “hoteles, cafés, restaurantes, si cruzo la calle y le encuentro (un trabajo). Solo quieren a gente dispuesta a trabajar (…) vaya a comprobarlo”, agregó.

Aunque en ningún momento Macron usó un tono duro o enfadado, este domingo no cesaron las críticas a un presidente que ya irritó a la izquierda cuando se dejó grabar comentando “la pasta gansa” que se deja el Estado en ayudas sociales que no sacan a la gente de la pobreza. O cuando, más recientemente, retó a que fueran “a buscarlo” los que le exigían respuestas por el escándalo de su exasesor Alexandre Benalla, investigado por golpear a manifestantes el 1 de mayo haciéndose pasar por policía.

“Macron invita a seis millones de personas a cruzar la calle para lograr un trabajo. Para él, los parados son culpables de su desempleo. ¿Dónde vive este hombre? ¿Hay alguien que haya insultado de manera más odiosa a los franceses en dificultades?”, tuiteó el líder de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon. Su compañero de partido Eric Coquerel acotó la idea, afirmando que Macron “es el presidente de los ricos y del desprecio al pueblo”.

“Esa presuposición permanente contra los desempleados, que no encontrarían trabajo porque no lo buscan. Declaración desafortunada tres días después de la presentación del plan contra la pobreza”, lamentó la exministra socialista Laurence Rossignol. Las críticas también han llegado desde el campo conservador. Como la diputada de Los Republicanos Valérie Boyer, que también lamentó “el arte del desprecio permanente” de Macron, o el senador del mismo partido Alain Houpert, para quien las palabras del presidente son, sencillamente, “espeluznantes”.

El responsable del partido gubernamental La República en Marcha, Christophe Castaner, dijo este domingo no entender la polémica. “¿Es que lo que el presidente dice es falso? Si vas al barrio de Montparnasse, ¿no te encuentras locales necesitados de trabajadores? ¿Quieren el bla-bla-bla de siempre? Yo prefiero un presidente que diga la verdad”, declaró en la emisora RTL.

 

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