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París, 17 abr (EFE).- “Aquí cortamos las cabezas de los reyes”, rezaba hoy uno de los carteles de la cacelorada popular convocada en el distrito XX de París, donde se reunieron centenares de manifestantes mientras el presidente francés, Emmanuel Macron, justificaba en televisión su impopular reforma de las pensiones, que eleva la edad mínima de jubilación a los 64 años.

Manifestantes levantan barricadas en París durante el discurso televisivo del presidente Macron para justificar su reforma de las pensiones. EFE/EPA/Teresa Suarez

“Nadie aquí ha escuchado el discurso (televisado) de Macron, porque Macron no escucha al pueblo, nosotros tampoco escuchamos su discurso. No tengo ni idea de lo que está diciendo ahora”, declaró a EFE la diputada izquierdista Danielle Simonnet, en medio de un ensordecedor ruido de cacerolas.

Cacerolada cacelorada popular convocada en el distrito XX de París, donde se reunieron centenares de manifestantes mientras el presidente francés, Emmanuel Macron, justificaba en televisión la impopular reforma de las pensiones. EFE/EPA/Teresa Suarez

Como Simmonet, escogida diputada de la Asamblea Nacional en 2022 por la Francia Insumisa como representante de la circunscripción del distrito XX, centenares de vecinos de este barrio de izquierdas ignoraron lo que tenía que decirles su presidente y ocuparon los aledaños de la junta municipal situado en la plaza Gambetta.

Las mismas imágenes se vieron en otros puntos de París y de Francia, donde había algo más de 250 “conciertos de cacerolas” simultáneos convocados frente a los ayuntamientos por la asociación Attac.

En la plaza Gambetta del distrito XX de París, a pesar de ser la hora de la cena (20 hora local), había jubilados, familias con sus hijos pequeños, estudiantes y trabajadores en la treintena y la cuarentena. Y pocas insignias de partidos políticos o sindicatos.

La heterogénea concentración coincidió en gritar al unísono “Macron dimisión” durante el casi cuarto de hora que se prolongó el discurso del jefe de Estado, quien se reafirmó en la necesidad de que entre en vigor la reforma que eleva la edad mínima de jubilación de los 62 a los 64 años para equilibrar las cuentas públicas.

La cacelorada del distrito XX, en el este de París, se agrandó hasta tal punto que invadió una parte de la rotonda de la plaza Gambetta, destinada a la circulación de vehículos.

Posteriormente, los manifestantes descendieron por la avenida homónima, junto al famoso cementerio Père Lachaise.

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