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Nicolás Maduro, el pasado 3 de septiembre en el palacio de Miraflores. EFE.

De las decenas de complots denunciados por el presidente Nicolás Maduro el pudiera contar con mayores evidencias fue el perpetrado con drones en la avenida caraqueña Simón Bolívar, en una ceremonia militar, el pasado 5 de agosto. La algarabía que produjo este incidente fue parcialmente televisada. Por estos hechos fueron detenidos varios venezolanos, entre ellos el diputado Juan Carlos Requesens y acusados otros más, entre ellos el exjefe del Parlamento Julio Borges.

“Que nadie le abra las puertas a la conspiración ni a la fractura de la sagrada unión moral, ética, profesional y patriótica de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). ¡Exijo lealtad absoluta!”, dijo Maduro el 25 de mayo. La petición fue oída en un acto en el que, además, ordenó a los militares jurar lealtad a su figura. Maduro se enfrentaba a una tempestad política, solo habían pasado cinco días de ser reelecto en unas cuestionadas votaciones.

El exhorto que leyó en una proclama y ordenó difundir en los cuarteles estuvo acompañado de detenciones. Entonces fueron arrestados 11 militares de la Aviación, el Ejército y la Guardia sospechosos de fraguar un derrocamiento durante los comicios con ayuda de Washington y Bogotá. Son solo una porción de los 146 militares detenidos a lo largo del Gobierno de Maduro. De estos ,unos 60 se encuentran en prisión desde este año, todavía con un estatus de “activos” dentro de la FANB, según la ONG Justicia Venezolana. La mayoría son acusados del delito de traición a la patria y de presunta conspiración.

El Gobierno no solo ha aplacado a los militares descontentos con los arrestos y el proselitismo. Otra estrategia empleada por el chavismo son las prebendas y el poder político. Maduro, sin ser militar, destaca por ser uno de los mandatarios venezolanos con mayor número de uniformados retirados o activos en su Gabinete. Ni siquiera su antecesor, el comandante Hugo Chávez, había incorporado a tantos altos mandos de la FANB en su administración.

Este grupo de militares controla actualmente las áreas estratégicas como la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), las empresas básicas de minas, energía y el área económica.

Maduro intensificó la tesis conspirativa desde las primeras órdenes ejecutivas con sanciones de Barack Obama, en 2015. Su reacción inmediata a los supuestos planes son múltiples retiros de embajadores de Estados Unidos en Caracas y hasta ejercicios militares como una demostración de fuerza.

Pero las acusaciones del mandatario no son novedosas. Las denuncias comenzaron en el Gobierno de Hugo Chávez Frías. El gobernante denunció unas 50 conspiraciones planificadas desde Washington. Tras el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, cometido por un sector de la oposición y militares, el político incrementó su persecución contra opositores y endureció su discurso contra la Casa Blanca.

Fue una arenga sistemática que prevaleció durante años, aún después de su muerte en 2013. Muchas campañas del oficialismo han acudido al recuerdo del derrocamiento como una demostración de las intenciones del enemigo extranjero. De hecho, los días 11, 12 y 13 de abril son conmemorados por el chavismo como una demostración de “lealtad” de la población al expresidente y la evidencia de los complots internacionales.

El chavismo se mantiene fiel al patrón político de Cuba. Hasta 2007, el servicio de inteligencia cubano había contabilizado 638 intentos de asesinato contra Fidel Castro. Este récord produjo que entrara en el libro Guinness por sufrir centenares de intentos de magnicidio.

En 2005, Castro sostuvo que la Administración estadounidense de George W. Bush (2001-2009) planificó matar a su homólogo venezolano. “Si a Chávez lo asesinan, la responsabilidad caerá por entero sobre el presidente de Estados Unidos”, dijo.

 

 

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