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Maduro muestra una de las láminas de oro. En vídeo, declaraciones de Nicolás Maduro. FOTO: ZURIMAR CAMPOS (EFE) 

El presidente Nicolás Maduro pretende estimular el ahorro en Venezuela con la venta de oro a la población. “Estoy preparado, tengo varios miles de piezas en oro para que el pueblo ahorre en oro”, dijo el domingo en el IV Congreso anual del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Fue bautizado como “lingotico”, estará certificado por el Banco Central y se desconocen detalles de su comercialización. Los trozos, adheridos a una tarjeta plástica, se venderán en dos presentaciones, una de 1,5 gramos a 3.780 bolívares y otra 2,5 a 6.300.

Este es el oro de Guayana (sureste), el oro del pueblo para el plan de ahorro nacional”, explicó Maduro, quien también anunció una reestructuración de la estatal Compañía General de Minería de Venezuela. “Tenía muchos vicios, hay que limpiarla para que produzca todo el oro que necesita la patria. ¿Para qué es el oro? Para la vida social, económica, para la felicidad del país. Vamos a producir oro, cada lingote que se produce es para la riqueza del país”, dijo. La explotación minera está controlada, en su mayoría, por militares.

Este es uno de los controversiales mecanismos gubernamentales para detener el desplome de la economía, aunque no vaticina una recuperación. Pocos creen en el devaluado bolívar. Muchos comerciantes compran divisas en el mercado negro para no perder sus ingresos y además para adquirir mercancía en el exterior. Pese al nublado escenario, Maduro intenta atraer a nuevos inversionistas. “Los dólares que ingresan al país están bien resguardados, eso está garantizado y ustedes saben en qué los usaré, para hacer inversiones y producir oro”, promete.

Pero la confianza en el Gobierno es ínfima. El país alcanza los niveles de corrupción más altos de América, según Transparencia Internacional. En la administración del chavismo se produjo el desfalco de la estatal Petróleos de Venezuela y otros fraudes. Las acusaciones de los vínculos con el narcotráfico y por violación a los derechos humanos también generan desconcierto. De hecho, Estados Unidos y otros países congelaron propiedades y cuentas bancarias a aliados del régimen.

Plan represivo

El extravagante programa financiero se aleja de superar la crisis. Durante su primera semana se devaluó el bolívar soberano, apareció el pánico en los comerciantes tras el arresto de 200 personas y la sanción de 500 establecimientos por no acatar los precios fijados por el Gobierno y se agudizó la hiperinflación. Entre las medidas aplicadas por el oficialismo destacan la eliminación de cinco ceros a la moneda y el aumento del salario mínimo en un 5.900% con relación al anterior. Muchos economistas pronostican un fuerte desabastecimiento.

Es un plan con detractores. Maduro califica como “estúpidos” a los críticos que tildan de “paquetazo” sus ajustes. El líder chavista defiende las medidas que define como “humanistas” y opuestas al modelo capitalista. “Hemos elaborado, a contrapelo del Fondo Monetario Internacional, un programa de recuperación económica perfecto, de pensamiento venezolano”, apunta.

El episodio es semejante al vivido en Zimbabue. En julio de 2007, el expresidente Robert Mugabe ordenó el arresto de más de 1.300 empresarios por no congelar los precios. La represión solo empeoró la crisis.

La persecución contra comerciantes es una práctica creciente en el Gobierno de Maduro. A pocos meses de asumir la presidencia, en noviembre de 2013, obligó a tiendas de electrodomésticos a rebajar sus precios. Tras varios fracasos en el manejo financiero del país, el gobernante insiste en la implementación de fórmulas aventuradas. “Yo, personalmente, me encargué de preparar el Plan de Recuperación Económica en compañía de expertos venezolanos y de otras fronteras”, recalca.

El control de la economía ahora no es exclusivo del Ejecutivo. El domingo, el dirigente socialista informó la creación de una vicepresidencia de producción económica del PSUV. La decisión fue aplaudida por los militantes que se encargarán de fiscalizar a los fabricantes. El oficialismo cree en su antídoto contra la debacle. Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Constituyente, promete que los venezolanos alcanzarán con prontitud la “felicidad”, mientras atribuye el éxodo provocado por la crisis a una campaña mediática.

 

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