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A los 29 años, Michael J. Fox le diagnosticaron la enfermedad de Parkinson. “Honestamente, mi primera reacción fue: ‘Has cometido un error, no eres consciente de quién soy”, ha admitido el actor a la revista Closer Weekly.“Simplemente pensé: ‘Es absurdo que esto me esté sucediendo’. Tuve ese diagnóstico, me asusté y salí corriendo”.

El actor desvela que le hizo frente a la noticia recurriendo al alcohol. “Respondí bebiendo demasiado”, ha dicho. “Bebí para borrarlo, para que se fuera. [Pero el abuso] causó tensión en mi matrimonio, que siempre había sido bueno y desde entonces fue asombroso”.

La Fundación Párkinson describe la enfermedad como un trastorno neurodegenerativo que desarrolla síntomas lentamente a lo largo de los años. Las personas con ella pueden experimentar temblores, problemas de equilibrio y rigidez de las extremidades, entre otros efectos secundarios. Su causaes relativamente desconocida y no hay cura. Sin embargo, las opciones de tratamiento varían y pueden incluir medicación y cirugía.

Fox ha estado casado con la actriz Tracy Pollan desde 1988 y tienen cuatro hijos. “Mi esposa es una persona increíble”, afirma Fox. “La admiro por su capacidad para lidiar con esto, y también por impedirme lidiar con todo esto de una manera errónea bebiendo o enfadándome”.

El actor también explica que sus hijos han sido un gran apoyo. “Si tuviera que usar una palabra para describir a mis hijo es ‘Normal”, asegura Fox. “Ellos se lo toman como algo natural. No sé cómo hemos tenido tanta suerte de que hayan salido así, pero lo aplican en todo lo que hacen. Es genial”.

Michael J. Fox y su esposa, Tracy Pollan, en Nueva York en noviembre de 2016.
Michael J. Fox y su esposa, Tracy Pollan, en Nueva York en noviembre de 2016. CORDON PRESS

Fox se asustó inicialmente al conocer su enfermedad, pero a los 57 años se niega a permitir que esta le impida disfrutar de su vida. En estos días, prefiere vivir el momento. “Está bien entender dónde estoy hoy, pero no tengo que pasar mucho tiempo pensando en dónde estaré mañana”, asegura. “Hago lo que necesito hacer, hacer ejercicio o tomar mis medicamentos correctamente o descansar lo suficiente”.

Fox espera ayudar con sus palabras a otros enfermos de párkinson y mostrarles que ellos también pueden vivir la vida al máximo. “Alguien dijo: ‘Algún día, habrá una cura para la enfermedad de Parkinson, y será por ti'”, dijo. “Fue la primera vez que realmente me impactó. Si eso sucede, es mucho más especial que cualquier película o programa de televisión”.

Esta no es la primera vez que Fox habla sobre cómo su diagnóstico lo impactó. A principios de año, le dijo a la revista People que se dio cuenta por primera vez de que algo estaba mal en 1990, cuando se despertó una mañana y notó que su meñique izquierdo se movía de forma incontrolable. No fue hasta 1991 cuando un neurólogo le dijo que tenía párkinson. El actor le dio la noticia a Pollan, se abrazaron y lloraron. Luego recurrió al alcohol como un intento de adormecer el dolor y escondió las botellas vacías en casa.

En 1992, Pollan y su entonces hijo de 3 años, Sam, encontraron a Fox desmayado en el sofá de la sala de estar con una lata de cerveza derramándose sobre la alfombra junto a él. “Es muy fácil ser optimista”, dijo Fox. “Esta es mi vida. ¿De qué hay que quejarse?”.

En este tiempo la carrera del actor no ha sido demasiado exitosa, pero ha ido encontrando su sitio y volvió a tener un papel relevante interpretando a un sibilino abogado en la exitosa serie The good wife.

Ahora también ha reconocido que ha llegado a medicarse demasiado para afrontar con cierta dignidad alguna entrevista, pero tampoco dudó a la hora de protagonizar en 2006 una campaña publicitaria para una candidata al Senado de Estados Unidos, en la que dejó ver claramente los efectos de la medicación para el párkinson.

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